El niño debe ser orientado
Jenny Alvarado, presidenta de la Asociación de Psicólogos Educativos del Guayas, cree que es importante no generalizar sobre la inseguridad en los planteles educativos. “Sí hay escuelas que respetan los reglamentos, pero hay otras en las que no hay esa garantía. La tranquilidad de los padres debe dársela las autoridades del Ministerio de Educación”. Dice que el niño debe recibir en casa y en la escuela una orientación en la que aprenda a cuidar- se, y una instrucción efectiva que le señale cuáles son sus límites y las de los otros.
Los padres, dice la profesional, deben apoyar los controles que los colegios quieren ejecutar, como revisar maletas para conocer si hay armas. de sustancias estupefacientes y psicotrópicas es grave.
A esto se suma el acoso y abuso sexual, que no son nuevos en el sistema educativo, pero hay temor de denunciarlo, no solo por las consecuencias que pueda originarle al delator y a sus hijos, sino porque las alertas no siempre son escuchadas por las autoridades. Así sucedió en la unidad educativa réplica Aguirre Abad, donde cuatro profesores abusaron de cuatro niños, de entre 6 y 8 años de edad. La rectora no siguió las rutas que el caso ameritaba tras ser informada.
Mónica Pérez, presidenta del comité de padres de familia de esta entidad, lo corrobora. “Muchos representantes reciben presiones. Les dicen que sus hijos se van a quedar de año e incluso empiezan a maltratarlos o señalarlos. Ellos son los perjudicados”.
Hay profesores como Dilia Saverio, quien en 2016 se atrevió a denunciar ante el rectorado y Distrito Educativo N° 1, a un profesor de bachillerato, quien cometía acoso sexual en contra de estudiantes de la jor- nada nocturna de un plantel fiscal. El abusador no recibió castigo y sigue laborando; pero ella fue destituida, supuestamente, por enfrentar el caso. El lunes pasado, la Fiscalía recién conoció lo sucedido.
Entre 2014 y 2017, el Ministerio de Educación tiene registrados 882 casos de violencia escolar, de los cuales 561 fueron cometidos por personas vinculadas al sistema educativo.
Los colegiales también reaccionan ante los peligros que deben afrontar, especialmente a la entrada o salida de su jornada escolar. Ellos se arman con cuchillos y navajas para hacerle frente a la inseguridad que experimentan afuera de la institución.
“Somos víctimas de los delincuentes y de los microtraficantes. Los primeros nos roban los celulares y los segundos nos quieren obligar a consumir drogas”, narra un alumno que prefiere el anonimato.
Dice que sus padres desconocen que él va armado. “Pero debo hacerlo, porque no siempre la Policía está vigilando”.