LA AMENAZA Los ataques no tienen sanciones
Hasta ahora ha habido poca respuesta ante los ataques cibernéticos del régimen de Kim; la amenaza nuclear ha acaparado todos los focos de alarma en Washington. Y cuando gobiernos como el estadounidense han aprobado sanciones por dichos ataques, han servido de poco.
Las sanciones también son una respuesta débil porque no son capaces de actuar contra los hackers, quienes según las fuentes oficiales consultadas por el diario The New York Times están distribuidos en numerosos países como Mozambique, India, Nueva Zelanda o Nepal. Las agencias de inteligencia occidentales tratan de detectarlos con procedimientos utilizados para localizar a células terroristas. nacionales, a los que pedía pagar 300 euros si no querían ver su información comprometida.
“Las operaciones de ciberseguridad son una extensión de la estrategia nacional de Corea del Norte. Durante tiempos de paz permitirán al país continuar interfiriendo el statu quo sin riesgo de recibir castigo o reprimenda. Durante tiempos de guerra, las operaciones fijarán el objetivo en EE .UU. y Corea del Sur para debilitar sus ejércitos”, afirma en su último informe el experto Victor Cha, el director de estudios sobre Corea en el Center for Strategic and International Studies.
Es una táctica relativamente nueva para el régimen norcoreano. Cuando en 2011 murió el padre de Kim, el dictador Kim Jong-il, el país solo tenía cerca de 1.000 direcciones IP, un número extremadamente bajo. Pero desde el traspaso de poder, el líder de 33 años ha potenciado el hasta entonces limitado uso de las tecnologías para dañar a sus enemigos occidentales, entre ellos EE. UU. y Corea del Sur. Según el Times, muchos de sus ciberespías recibieron entrenamiento en China o incluso en algunos centros estadounidenses.