Diario Expreso

La credibilid­ad del gobierno

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EDITORIAL

Uno de los patrimonio­s más valorables de cualquier actor político es su credibilid­ad. En función de ella se aceptan sus promesas de campaña y cuando lo escolta la victoria y las cumple, crece su credibilid­ad y su prestigio como político en quien se puede confiar.

Por eso, al surgir la sospecha de que en el ejercicio gubernamen­tal las promesas eran parte de un bien elaborado menú de argucias, destinadas a ganar tiempo, mientras se dilucidan pugnas ajenas al interés nacional, la credibilid­ad del gobierno desciende vertiginos­amente.

Si a lo señalado se suma una actitud incoherent­e de la función Legislativ­a que deja ver la existencia de un bloque acordeón que se abre y cierra con la misma facilidad, dejando escuchar siempre la misma música que atosigó a la república, la sospecha de una aparente pugna como elemento distractor del ya mencionado menú, crece abonando al pesimismo y a la duda.

Sí, peor todavía, hasta la decisión de combatir la corrupción, constituía otro elemento del montaje destinado a engañar y se confiesa que se sabía de la autenticid­ad de las denuncias que los medios de comunicaci­ón realizaron durante la década pasada, pero no se procedió a verificarl­as y probableme­nte se negoció con ellas, la duda se hace certeza y se reafirma en la comentada decisión gubernamen­tal de no someter a consulta la derogatori­a de la denominada ley mordaza. Se quiere mantener a los medios de comunicaci­ón bajo control para impedir que con plena libertad, juzguen los actos del gobierno.

Con ese marco referencia­l, la negligenci­a de los funcionari­os de la Procuradur­ía abona a las sospechas de complicida­d, en donde el denominado por algunos el “juicio del año”, deviene en otra mascarada destinada a confundir.

Por supuesto, de los hechos que anteceden, se podría decir que se los juzga con extremada suspicacia y que existen múltiples manifestac­iones de que la pugna del partido de gobierno es real, tanto como la voluntad de combatir la corrupción y mantener un ambiente de respeto democrátic­o.

En la práctica, se empieza a tener inquietud respecto a cómo se ejercerá el gobierno cuando una rotunda victoria en la consulta popular, lo consolide.

Por su propio bien, que es el bien de la República, conviene que el régimen efectúe las necesarias aclaracion­es que le devuelvan credibilid­ad.

Es la credibilid­ad un bien precioso que el Gobierno Nacional ha puesto en juego. Recuperarl­a es urgente’.

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