Hermenéutica del postcorreato
El correato es camaleónico. Pervive en prácticas políticas-administrativas de algunas instancias del Estado. Vive más allá del hacer-obedecer al líder tóxico, megalómano y autoritario. Es un conjunto de hechos, procesos, normas, medidas, actitudes, acciones y maniobras políticas e institucionales que aún rigen en el país. Son más de 120 leyes que crearon una institucionalidad proclive al autoritarismo, arbitrariedad, corrupción, ocultamiento de información, represión a los medios de comunicación y culto al caudillismo que penetró el inconsciente colectivo. Está en las conductas del CAL y asambleístas correístas y morenistas que son uno solo: solapar la impunidad, impedir la fiscalización y sobre todo no desmontar el aparato que creó la revolución de la corrupción RC.
AP-RC es un proyecto caudillista, despótico, autoritario, violador de las libertades, ocultador de evidencias y, sobre todo, justificador del quehacer negativo de funcionarios, exministros y altas autoridades. Esto explica porqué hasta hoy un vicepresidente plagiador de tesis, con pruebas abundantes sobre corrupción no es censurado por esas dos tendencias. También permite comprender porqué un asambleísta y exministro responsable de negligencia culposa de hechos abominables como la violación a niños escolares todavía tiene presencia, voz y audiencia en las filas de las dos AP.
Es un grave error creer que el correato murió. No es así. Es un Juanito alimaña, malandro, violador y mafioso suelto. Se muestra y oculta en los hechos de corrupción. Si el Presidente quiere terminar con él, debe ver con lupa al interior de su equipo. Pues hay una teoría-práctica oculta de AP-RC. En las Mangas hay claras evidencias de comedia de fractura que busca pretender continuidad del proyecto político fallido, con otro discurso y líder nuevo. Así entendemos por qué y cómo 2 alfiles de Correa y su diabólico tinterillo estaban en la plantilla del actual gobierno.
No se equivoquen los opositores, el correato sigue vivo. Hay que saberlo distinguir, reconocer y combatir. Especialmente desde ese accionar abusivo y antidemocrático de la Supercom. Esa es la mayor evidencia de su vigencia y permanencia.