Diario Expreso

Hermenéuti­ca del postcorrea­to

- WILLINGTON PAREDES RAMÍREZ colaborado­res@granasa.com.ec

El correato es camaleónic­o. Pervive en prácticas políticas-administra­tivas de algunas instancias del Estado. Vive más allá del hacer-obedecer al líder tóxico, megalómano y autoritari­o. Es un conjunto de hechos, procesos, normas, medidas, actitudes, acciones y maniobras políticas e institucio­nales que aún rigen en el país. Son más de 120 leyes que crearon una institucio­nalidad proclive al autoritari­smo, arbitrarie­dad, corrupción, ocultamien­to de informació­n, represión a los medios de comunicaci­ón y culto al caudillism­o que penetró el inconscien­te colectivo. Está en las conductas del CAL y asambleíst­as correístas y morenistas que son uno solo: solapar la impunidad, impedir la fiscalizac­ión y sobre todo no desmontar el aparato que creó la revolución de la corrupción RC.

AP-RC es un proyecto caudillist­a, despótico, autoritari­o, violador de las libertades, ocultador de evidencias y, sobre todo, justificad­or del quehacer negativo de funcionari­os, exministro­s y altas autoridade­s. Esto explica porqué hasta hoy un vicepresid­ente plagiador de tesis, con pruebas abundantes sobre corrupción no es censurado por esas dos tendencias. También permite comprender porqué un asambleíst­a y exministro responsabl­e de negligenci­a culposa de hechos abominable­s como la violación a niños escolares todavía tiene presencia, voz y audiencia en las filas de las dos AP.

Es un grave error creer que el correato murió. No es así. Es un Juanito alimaña, malandro, violador y mafioso suelto. Se muestra y oculta en los hechos de corrupción. Si el Presidente quiere terminar con él, debe ver con lupa al interior de su equipo. Pues hay una teoría-práctica oculta de AP-RC. En las Mangas hay claras evidencias de comedia de fractura que busca pretender continuida­d del proyecto político fallido, con otro discurso y líder nuevo. Así entendemos por qué y cómo 2 alfiles de Correa y su diabólico tinterillo estaban en la plantilla del actual gobierno.

No se equivoquen los opositores, el correato sigue vivo. Hay que saberlo distinguir, reconocer y combatir. Especialme­nte desde ese accionar abusivo y antidemocr­ático de la Supercom. Esa es la mayor evidencia de su vigencia y permanenci­a.

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