Ley para donantes del año 2017
Nunca una legislación etiquetada tanto como reducción de impuestos y reforma fiscal ha recibido tanta desaprobación y burla como la aprobada por el Congreso estadounidense y promulgada por el presidente Trump antes de Navidad. Los republicanos que votaron a favor (ningún demócrata lo hizo) afirman que su regalo será apreciado más adelante, a medida que los estadounidenses vean aumentar su salario neto. Casi con seguridad se equivocan. Este proyecto envuelve en un solo paquete todo lo que está mal con el Partido Republicano, y hasta cierto punto, la degradada situación de la democracia estadounidense. Reduce los impuestos en decenas de miles de dólares, en promedio, para los que más pueden pagar (quintil superior) y cuando se implemente por completo (en 2027), aumentará los impuestos a la mayoría de estadounidenses en la parte media de la distribución de ingresos (segundo, tercer y cuarto quintiles). El código fiscal de EE. UU. ya era regresivo mucho antes de Trump. La nueva legislación hace que lo sea aún más. Ahora se reconoce universalmente que la creciente desigualdad es un problema económico clave en EE. UU. y que quienes están en la parte superior de la distribución de ingresos capturaron casi todas las ganancias del PIB durante el último cuarto de siglo. La nueva legislación, en lugar de contrarrestar esta tendencia preocupante, da aún más a quienes están en dicha parte superior. Una economía más distorsionada no es saludable. El FMI ha enfatizado que una sociedad más desigual empeora el desempeño económico y la nueva legislación fiscal conducirá inexorablemente a una sociedad más desigual. Gran parte de la complejidad y distorsión en el código fiscal de EE. UU. surge de diferentes tipos de ingresos gravados a diferentes tasas. Tal tratamiento diferencial conduce a la percepción (correcta) de que el código fiscal es injusto, y a ineficiencias: los recursos se trasladan a sectores favorecidos y se desperdician a medida que las empresas intentan convertir sus ingresos y actividades en las formas más favorecidas. Es improbable que se materialice el esperado y deseado estímulo de crecimiento económico porque la economía ya está en o cerca del pleno empleo. Si la Reserva Federal de EE. UU. llega a esa conclusión, elevará las tasas de interés a la primera señal de aumento significativo en la demanda agregada. Y la inversión y el crecimiento, disminuirán, incluso si aumenta el consumo de los muy ricos. Además, ningún gobierno sensato socavaría las partes más dinámicas de su economía, y es lo que está haciendo la administración Trump (exprimir a los Estados “azules” -demócratas-, incluidos California y Nueva York). Limitar la deducibilidad del impuesto a la renta estatal y el impuesto a la propiedad casi seguramente reducirá la inversión en educación e infraestructura. Y debido a que el déficit fiscal aumentará, también lo hará el comercial. Los líderes del Partido Republicano están aprovechando a manos llenas. La legislación está estructurada para dar a las personas individuales reducciones de impuestos temporales, mientras que las corporaciones obtienen una reducción permanente. Todo lo que importa es complacer a sus patrocinadores corporativos. Esperemos que los estadounidenses prueben ser más inteligentes que ellos en las elecciones legislativas de noviembre.
Tal tratamiento diferencial conduce a la percepción (correcta) de que el código fiscal es injusto, y a ineficiencias: los recursos se trasladan a sectores favorecidos y se desperdician...’.