Los deseos para este año
Si en la reciente Navidad los inversores financieros hubieran escrito cartas a Santa Claus, probablemente hubieran pedido que se mantenga la inusual combinación de factores que predominó durante 2017: bajísima volatilidad de los mercados, auge de las cotizaciones, correlaciones que reducen el costo de mitigar el riesgo de cartera y nuevas oportunidades promisorias (como el bitcoin). Pero deberían analizar los riesgos que supone a más largo plazo el desacople de los mercados financieros respecto de los fundamentos económicos y políticos. Ante una volatilidad inusualmente baja se registró la menor pérdida diaria en toda la historia del índice S&P 500. Generalmente, una rentabilidad tan alta de acciones se corresponde con una menor cotización de títulos públicos, pero en 2017 las letras del Tesoro de EE. UU. con vencimientos más largos, cotizaban a valores más altos a principios de diciembre que al comenzar el año. Y luego está la tremenda disparada del bitcoin, que tuvo una subida increíble, desde unos 1.000 dólares por unidad a más de 16.000 (esto puede ser señal de que va camino de una amplia aceptación o también puede ser una enorme burbuja financiera cuyo inevitable estallido provocaría daños importantes). Esta desacostumbrada situación se explica por cinco factores: recuperación sincronizada del crecimiento económico mundial, que sigue cobrando impulso; avance de políticas procrecimiento en EE. UU.; hábil normalización (en curso) de política monetaria de la Reserva Federal EE. UU.; productos de inversión pasiva que atraen cuantiosos flujos de fondos; grandes inyecciones de liquidez continuas de tres bancos centrales importantes: Banco de Japón (BJ), Banco Central Europeo (BCE) y Banco Popular de China (BPC), que combinadas con abundancia de efectivo en los balances corporativos, redujeron el costo de financiación de muchas familias y corporaciones. Las noticias no tan buenas: de no mantenerse las mejoras económicas y políticas, los factores que entusiasmaron a los inversores en 2017 suponen un riesgo de que se produzca un desagradable vuelco de la fortuna. El excelente desempeño de 2017 se propulsó en gran medida “tomando prestado” rendimientos de años futuros. En relación con la mitigación del riesgo de cartera, la subida de los bonos públicos deja poco margen para que este activo tradicionalmente seguro compense una posible caída de las acciones. Por la forma en que funcionan muchos modelos de valor en riesgo, la baja volatilidad persistente provocó en numerosas áreas concentración de posiciones que puede resultar técnicamente frágil. ¿Qué deberían desear los inversores para 2018? La prioridad: una mejora de los fundamentos políticos y económicos para convalidar mejor las altas cotizaciones actuales y sentar bases para mayores ganancias futuras. Esto demanda la ampliación en EE. UU. de un plan de infraestructura y de políticas procrecimiento, igual en Europa (a nivel nacional y regional); y en Japón, reformas estructurales procrecimiento. Todos los bancos centrales del mundo con importancia sistémica (Reserva Federal, BJ, BCE y BPC) deben seguir coordinando sus estrategias, con la mirada en la coherencia de las políticas monetarias. Solo así la recuperación actual del crecimiento global echará las raíces estructurales necesarias para ser perdurable.
Las noticias no tan buenas: de no mantenerse las mejoras económicas y políticas, los factores que entusiasmaron a los inversores en 2017 suponen un riesgo...’.