Pobre hasta en el amor
Milton Jalca siempre fue un comerciante informal, tuvo una tienda, con sus ahorros compró una casa que es su mejor fortuna; desde que lo operaron de una hernia inguinal no trabaja, recibe la ayuda de su hermana, sueña con tener una computadora y suministros para continuar con sus escritos, que los hace a mano sentado en una silla o en el parque.
Vive solo aunque tuvo muchos amores platónicos que como aparecían desaparecían, aunque sus musas le dieron nombre, santo y seña de dónde vivían, nunca las volvió a ver, pero no pierde las esperanzas de que algún día “un rosal se abra junto a su muro”, como dice la canción de Julio Jaramillo, para que termine con su soledad.