No hagan daño
Decían los abuelos que “el que calla otorga”, pero ciertamente hemos aprendido a lo largo de nuestra vida que hay silencios preocupantes. Cuando el Ministerio de Educación calla, algo se está cociendo y a calderadas. Decimos esto porque hoy se desea normar sobre las becas que las instituciones particulares otorgan, introduciendo un elemento nuevo de control, normas y prerrogativas que se demandan desde planta central, sobre acciones privativas de promotores y directivos institucionales.
En efecto, la Ley de Educación dispone que en los planteles privados deba existir un mínimo de becas; el Reglamento General de la mencionada ley, es más preciso y dispone que los becarios han de ser el 5 % de la nómina total del alumnado. Así se ha venido operando y trabajando desde hace ya mucho tiempo, sabiendo que incluso existen instituciones que extienden su abanico de becas algo más allá. Hoy, el deseo concentrador que siempre se agazapa entre las normas, busca entrar a regular también esta área de la administración educativa que resulta sensible para las instituciones.
El hecho de becar, de conceder estudios gratuitos a determinados niños y jóvenes, tiene que nacer no solo de la voluntad institucional o de la prerrogativa de la ley; pensamos que por la naturaleza del hecho tiene que salir más bien desde la filosofía institucional, desde la misión, visión y credo de la escuela y por tanto,
...es esencial que la selección del becario sea hecha con normas y perfiles claros y propios’.
es esencial que la selección del becario sea hecha con normas y perfiles claros y propios, que cada establecimiento debe tener.
Las expectativas de este, del becario, para ser formado, tienen que coincidir con el mundo filosófico, ideológico, formativo y religioso del ente que propicia la beca, para que esta caiga en tierra fértil, florezca y dé los frutos esperados.
Por todo lo expresado, creemos que el Ministerio debe retirar sus manos de este tratamiento. Cuidado y se inicia un proceso que más adelante termine en el sesgo y obligatoriedad de becar con nombres y apellidos.
Si no pueden hacerle bien a la educación particular, al menos no hagan daño.