La nueva era de la automatización
Desde que los trabajadores textiles de principios del siglo XIX destruyeron los telares mecánicos que amenazaban su sustento, los debates sobre la automatización han conjurado escenarios pesimistas sobre el futuro del trabajo. Ahora que estamos frente a otra era de automatización, ¿cuán nerviosos deberíamos estar sobre el futuro de nuestra propia subsistencia? Un informe reciente de Mckinsey Global Institute estima que, dependiendo del nivel de desarrollo de un país, los avances en la automatización exigirán que 3-14 % de los trabajadores en todo el mundo cambien de ocupación o mejoren sus capacidades para el año 2030. Aproximadamente el 10 % de todos los empleos en Europa ya han desaparecido desde 1990 durante la primera ola de cambio tecnológico basado en rutinas. Y con los progresos en la inteligencia artificial (IA), que afecta a un rango más amplio de tareas, ese porcentaje podría duplicarse en los próximos años. Históricamente, el desplazamiento laboral se ha producido en olas, primero con el cambio estructural de la agricultura a la industria, y luego con el traspaso de la industria a los servicios. Pero a lo largo de este proceso, las alzas de la productividad han sido reinvertidas para crear innovaciones, y nuevos empleos e industrias, lo que genera un crecimiento económico en tanto los empleos antiguos y menos productivos son reemplazados por ocupaciones más avanzadas. Si bien las nuevas ocupaciones probablemente reemplacen a las que se perdieron a manos de la automatización, los salarios tal vez se demoren en alcanzar la realidad de una mayor productividad laboral. Para los trabajadores de menores calificaciones, la transición que está en curso hoy podría resultar igualmente desgarradora. Los temores de una mayor desigualdad están en aumento y los gobiernos necesitarán repensar las políticas para ofrecer ingresos y un respaldo para la transición laboral a los trabajadores desplazados. De cara al futuro, los responsables de las políticas y las empresas deberían tener en mente cinco imperativos: abrazar la IA y la automatización sin dudar; dotar a los trabajadores de las habilidades correctas; centrarse en las oportunidades de mano de obra aumentada, pues a diferencia de los antiguos robots industriales, las tecnologías más nuevas pueden interactuar de manera segura y eficiente con los seres humanos, que muchas veces necesitan capacitarlos y cada vez más tendrán que trabajar fluidamente con algoritmos y máquinas; las empresas tendrán que innovar y capitalizar las nuevas oportunidades de mercado con el mismo ritmo de las tareas humanas que se están reemplazando; y finalmente, es imperativo que reinvirtamos las alzas de productividad impulsadas por la IA en la mayor cantidad posible de sectores económicos. Esta reinversión es la razón principal por la cual el cambio tecnológico ha beneficiado el empleo en el pasado. Pero sin un fuerte ecosistema local de IA, las alzas de productividad de hoy tal vez no se reinviertan de manera tal que alimenten el gasto e impulsen la demanda de mano de obra. Los responsables de las políticas necesitan con urgencia garantizar que existan fuertes incentivos para la reinversión. La automatización ha recibido una mala reputación de verdugo de los puestos de trabajo. Sin embargo, para garantizar que sus beneficios superen sus potenciales alteraciones, los actores del sector privado y público deben ejercer un fuerte liderazgo conjunto -y mantener los cinco imperativos para la nueva era de la automatización bien arriba en la agenda.
Finalmente, es imperativo que reinvirtamos las alzas de productividad impulsadas por la IA en la mayor cantidad posible de sectores económicos’.