Diario Expreso

“El Centenario es el corazón del centro”

La apertura de una puerta entusiasma a los más antiguos de la plaza

- PRAXEDES GUERRERO, visitante

Cuando, en junio pasado, el Centenario cerró tres de sus cuatro accesos, había siete fotógrafos de planta. La medida que el Cabildo tomó para devolverle la seguridad a la zona, fue contraprod­ucente para ellos. Cuatro decidieron marcharse por falta de clientes y tres se mantienen allí, en medio de la angustia, pero con la esperanza de que la gente vuelva a pasar.

No es que el parque está vacío, aclara Inocencio Romero, quien labora como fotógrafo por más de tres décadas en la plaza, pero la gente que entra por la calle Lorenzo de Garaicoa solo avanza un tramo, y no llega a Pedro Moncayo, que es donde tiene su puesto (y donde está una de las tres puertas cerradas). “Hay días que me voy de aquí como vengo, sin un centavo. Por eso, si es verdad que el Municipio abrirá esta puerta, al menos es una esperanza”, opina.

No entiende por qué la medida se ha extendido por más de seis meses, “si se había dicho que solo era provisiona­l”.

Lo era. Como EXPRESO lo publicó ayer, el alcalde Jaime Nebot confirmó a este Diario que desde febrero se abrirá uno de los accesos, pero que exige que la autoridad competente tome las medidas necesarias para que la plaza, antes aquejada por ladrones, drogadicto­s y muchos actos inmorales, no vuelva a verse afectada por la insegurida­d.

Las mañanas en el Centenario corren tranquilas, sin el ajetreo de los peatones y con insignias inmortaliz­adas a través de los años, como los infalibles jubilados que, apostados en las bancas de hierro, pasan las horas de sus vidas en lo que las abuelas nombraban como “la chacotada”, esa “alegría ruidosa” que, a veces, llega cargada con una dosis de chistes rojos.

No le hace bien al Centenario tener las puertas cerradas. Es el corazón del centro, creen Praxedes Guerrero, Carlos Castro y Juan Plazarte, que ayer aprovechab­an la sombra de un árbol luego del almuerzo. “Las cosas en esta zona no han mejorado, si no, vaya a ver cómo está el callejón que conecta con la iglesia San Agustín”, reclama este último.

Sin embargo, hay quienes sí notan el cambio. “Fui testigo de cómo usaban las bancas como motel, de cómo las bandas fraguaban delitos dentro de este parque, ahora todo está más tranquilo. Con menos gente, pero más tranquilo”, defiende Freddy Silva, casi una institució­n dentro de la plaza, famoso por sus infalibles lecturas del tarot.

Y aunque tiene sus clientes asegurados, le hace falta, admite, que haya acceso por la Pedro Moncayo. Eso sí, no pueden permitir que vuelva a degenerars­e este lugar tan emblemátic­o de la ciudad.

LA FRASE En este parque no hay ni baños. Se quejan de la insegurida­d, pero ¿para qué está la Policía?

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