Dos mujeres de altura
Las tenientes Paola Ochoa y Gabriela Urquizo son las primeras en aprobar el curso de salto libre de la Armada ❚ Son 18 marinos los recién graduados
Durante la ceremonia castrense se esforzaron por controlar las emociones, pero al final vencieron los sentimientos. Las lágrimas en el rostro de las tenientes Paola Ochoa y Gabriela Urquizo tenían un significado: son las dos primeras infantes de Marina que logran aprobar el curso de salto libre en las Fuerzas Armadas.
Ellas integran el grupo de 18 marinos de la XX promoción de salto libre básico militar, que se graduó ayer en el patio del Cuerpo de Infantería de Marina, cuyas instalaciones están en la ciudadela Bellavista.
Para tener el privilegio de que superiores las graduaran, Ochoa y Urquizo superaron un procedimiento riguroso, similar al de sus compañeros.
Empezó con la resistencia física y pruebas psicológicas. Luego aprobar los conocimientos teóricos. Finalizó con 16 saltos en paracaídas, siendo el ejercicio de graduación el que efectuaron la tarde del pasado martes en la base naval de Salinas.
El curso se extendió más allá del mes -tiempo establecidopor las malas condiciones del clima que registraba Salinas y Esmeraldas, donde efectuaron los saltos libres, especialidad que se practica a unos 12.000 metros de altura.
Urquizo, una guayaquileña de 33 años, destaca el apoyo de sus compañeros, quienes fueron sus principales motivadores, especialmente al momento de saltar y esperar cerca de un minuto para abrir el paracaídas a unos 5.500 metros.
“Todos entramos con los mismos parámetros, el detalle es ponernos retos y cumplirlos”, remarca.
No faltaron quienes le decían que realizar el curso de paracaidismo era una idea descabellada y riesgosa, que pensara en el bienestar de María Gabriela y Sebastián, sus hijos de 4 y 2 años, respectivamente.
Pero la decisión estaba tomada, más aún que contaba con el respaldo del teniente Humberto Velásquez, quien fue su compañero y desde hace años su esposo.
“Mi familia fue el principal aliento cada vez que subía al avión y lanzarme en paracaídas. Pensaba en mis hijos”, puntualiza.
Mientras la filosofía de su colega Ochoa es “el ser mujer no significa que no podamos cumplir retos, es cuestión de demostrar”.
A la quiteña, de 33 años, el ‘bichito’ de la vida militar la atrapó durante su época colegial, cuando acudió a una ceremonia castrense en la que incluían los saltos de paracaídas.
Su familia no le creía cuando decidió optar por esa profesión, pensaban que “eran cosas de juventud y que algún día pasaría”. No fue así.
El primer paso que dio Ochoa fue el paracaidismo de banda, que se realiza a unos 1.200 metros de altura.
Hoy ese aliento de respaldo para lanzarse desde un avión a 12.000 metros llegó primero de su esposo Javier Aráuz, teniente de la Armada.
Desde que se graduó de alférez de fragata han transcurrido 14 años, obteniendo la antigüedad de su promoción. Es además la primera mujer infante en la Armada y ha recibido varios reconocimientos.
La siguiente meta de la oficial es más personal: convertirse en madre.
LA CIFRA 4 MUJERES forman parte de la nómina de elementos de la Infantería de Marina. CEREMONIA