Diario Expreso

El sueño frustrado de un migrante ilegal termina con un llamado a la reflexión

Los mayores piden no dejar a sus familias por un sueño incierto

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Con las camisetas que alguna vez vistió para varios equipos de fútbol de su comunidad fue cubierto el ataúd de Mauro Ortiz. Fue su último viaje de un sueño truncado.

El joven de 19 años falleció el pasado 18 de enero en Nicaragua mientras intentaba cruzar de manera ilegal hacia Estados Unidos.

Cantos en kichwa, su idioma natal, se oían por doquier en su viaje al cementerio de la comunidad Chauzán Totorillas, en Guamote, provincia de Chimborazo. Allí el pastor pidió orar por su alma, y a los jóvenes reflexiona­r sobre lo sucedido.

A él se sumó Marcelo Chuquimarc­a, tío materno de Mauro, quien hizo un llamado a los jóvenes de su tierra. “Es verdad que por buscar un mejor trabajo los jóvenes se van; pero es mejor aquí con la familia cerca luchar con lo poco que se consiga, a estar lejos y morir así”.

A un lado estaba Leonardo Chuquimarc­a, primo de Mauro, con quien salió del país el 12 de diciembre y es el único testigo de la muerte. Con lágrimas y dificultad para gesticular las palabras, recordó la tragedia. “Era la medianoche y nos faltaban tres horas para llegar a la capital de Nicaragua. Cuando cruzábamos una calle en el sector de Las Pampas, desde una cerca empezaron a disparar. Corrí y cuando volteé solo vi cómo mi primo caía”.

Marcelo relata que solo se le ocurrió tirarse al piso cuando seis personas se le acercaron, le quitaron su mochila y lo arrastraro­n hasta donde yacía el cuerpo de su primo. “Me preguntaro­n de dónde soy y si teníamos armas. Les contesté que de Ecuador y que no”.

EL DETALLE Querido. Cientos de comuneros acompañaro­n el féretro, pero solo sus familiares más cercanos, vestidos con el poncho blanco de luto, cargaron el ataúd. DATOS

Han pasado 45 días Juan Rosendo Ortiz, padre de Mauro, no halla explicació­n lógica. Algunas personas le comentaron que fueron grupos paramilita­res los que atacaron a su hijo en la travesía.

Su deseo Mauro era el último de sus tres hermanos y desde los 17 años manifestab­a su deseo de viajar hacia Estados Unidos. “Tal vez por seguir a mi hermano, que vive allá”, añade el padre.

Entonces les rogó que lo ayudaran, pero le dijeron: “Ese está muerto, ya déjalo y lárgate”. Pero él se quedó y comenzó a limpiar la sangre de la cara de su primo, luego lo cargó por unos dos kilómetros hasta una quebrada. Ahí dejó el cuerpo y salió por ayuda. Llegó hasta una casa en el carretero, pero allí no tenían saldo para llamadas internacio­nales. Por eso caminó una hora más y llegó hasta un recinto militar, donde su personal ayudó a llevar el cadáver y dio parte a la Embajada ecuatorian­a.

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PATRICIA OLEAS / EXPRESO Sepelio. Solo los familiares cercanos, de poncho a rayas, llevaron el ataúd.
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