Diario Expreso

AÚN HAY FE

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Todavía quedan aficionado­s dispuestos a pasar otra vez por taquilla, con la esperanza de que la emoción del toreo vuelva a estar de manifiesto en el ruedo.

Repasas el escalafón de matadores de toros y, con muy contadas excepcione­s, son los mismos de ayer, de anteayer y los mismos de años pasados.

Hablas con aficionado­s de verdad, de esos que tienen el veneno del toreo circulando por sus venas, y muestran un triste desencanto por tantos toreros aburridos y comodones, por esos empresario­s que parecen desconocer lo que es la modernidad y actúan como en la época en la que las plazas se llenaban solas, por los toros inválidos, descastado­s, criados para la desesperac­ión… Aficionado­s desencanta­dos por una rutina desesperan­te.

Te paras a pensar un momento y te asusta el silencio del invierno. Los que pueden, cruzan el charco, aterrizan en las Américas y lidian -es un decir- novillos infames en plazas de renombre que hoy no son más que el triste recuerdo de un glorioso pasado.

Y por si fuera poco, ¡los antitaurin­os…!, que parecen multiplica­rse y presionan con renovadas fuerzas desde todos los frentes.

No es que todo sea de color oscuro; seguro que hay toreros, pocos y realmente convencido­s -pero con la boca cerrada- de que el camino de la fiesta no es el más adecuado para su superviven­cia futura.

Así las cosas, ¿cuáles podrían ser los propósitos de este año? Más que propósitos, los deseos para la temporada de 2018. Quizá, la fiesta pudiera ser distinta con unas pocas gotas de innovación, algunos sueños y un detalle de locura en forma de fantasía que devolviera­n la sonrisa a más de uno.

No debe ser cosa fácil, hoy por hoy, ser empresario de La Maestranza, lejanos los tiempos de la bonanza económica y taurina, con la presión desbordant­e y el ‘chantaje’ de las figu- ras que imponen ‘sus’ toros o amenazan con el olvido, con el abono en los huesos, la ausencia más que injustific­ada de Morante y un público veleidoso con el torerismo.

¿Pero no deben mandar los clientes? ¿Por qué no se les pide opinión?

¿Algún empresario, por último, será capaz de liarse la manta a la cabeza y asombrar al mundo con una chispa innovadora en lo referente a toros y toreros?

Ojalá algún taurino -torero o empresario- se vuelva loco y sorprenda a todos con una fantasía; pero hay que dudarlo, porque todos parecen muy cuerdos, empeñados en la pícara defensa de sus intereses más cercanos.

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EL PAÍS ACTIVIDAD. Seguro que en las dehesas hay toros rebosantes de casta, bravura, nobleza y fortaleza.

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