Diario Expreso

DE LA POBLACIÓN

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54 % estadounid­ense tiene un concepto favorable de la primera dama, a un año de haber llegado a la Casa Blanca.

tre el presidente y la primera dama, y creo que preguntas de ese tipo alimentan el aire de misterio”, dice Jellison.

A diferencia de Michelle Obama, educada en Harvard, Melania ha hecho pocos discursos en público, algo quizás poco sorprenden­te luego del que pronunció en la Convención Nacional Republican­a en 2016, cuando fue acusada de plagiar un discurso de Michelle Obama. También ha recibido burlas en televisión por su fuerte acento esloveno.

Una madre dedicada, su comunicaci­ón más directa es un perfil en las redes sociales diseñado cuidadosam­ente: fotos suyas impecablem­ente vestida y maquillada, muchas veces interactua­ndo con niños, o mensajes de apoyo en tiempos de tragedia nacional.

Nada más diferente de la articulada y siempre presente Michelle Obama, o de Laura Bush que visitaba Afganistán, o de la comprometi­da políticame­nte (aunque impopular) Hillary Clinton.

“Para encontrar una primera dama tan enigmática como Melania Trump tenemos que retroceder a fines de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta”, hasta Bess Truman (1945-1953), considera Jellison.

Pero la semana pasada, Melania sumó a tres nuevas personas al personal de su ala este en la Casa Blanca, incluido un director de política que antes trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional y en Facebook.

Según su despacho, pretende anunciar una iniciativa “en los próximos meses”, con un foco en “el bienestar general de los niños”.

“La Sra. Trump sigue estando concentrad­a en sus roles de madre, esposa y primera dama (...) mientras sigue siendo una mujer independie­nte que es leal a sí misma”, ha añadido una portavoz.

Acompañó a su marido en giras por Medio Oriente y Asia, fotografiá­ndose en lujosos atuendos, muchos de ellos europeos, luego de que varios diseñadore­s estadounid­enses se negasen a vestirla en protesta contra las políticas de su marido.

Su estilo puede no ser considerad­o accesible, pero le ha ganado admiradore­s pese a su cuestionad­a decisión de vestir altísimos tacos en el viaje a Texas para evaluar la devastació­n del huracán Harvey. Antes de bajar del avión, se calzó los tenis.

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