¡Bachilleres, tómense las calles!
Es el único recurso válido: la desobediencia civil es su derecho ciudadano. Ejérzanlo, pues ya se han agotado todos los medios en el humillante peregrinar a los organismos que no dan ninguna solución. Es por eso que solo tienen un camino: las calles de las ciudades del país. Ustedes cumplieron; han tolerado durante mucho tiempo un sistema perverso, segregador y excluyente, que los aleja de sus justas aspiraciones. No pidan, como ayer, un libre ingreso sin requisitos. Exijan que se suprima el sistema actual, ya que no tienen argumentos válidos que evidencien mejoras en la universidad. Todo lo contrario: no es más que un sistema hecho para crear frustración y para favorecer a las universidades privadas, ya que algunos padres optan por ellas ante la angustia y desesperanza de sus hijos, para evitar que vayan a la patología del suicidio. Por eso, bachilleres, luchen contra quienes dirigen esa maquinaria diabólica que mata sus sueños. Levanten la frente con dignidad y gallardía porque ustedes son el presente y futuro de la sociedad. ¡Tómense las calles! Pidan que las universidades vuelvan a tener autonomía para que solo ellas, por la vía del examen de ingreso, les restituyan las posibilidades de entrar o no a instruirse.
Escribo como exprofesor universitario que jamás estuvo de acuerdo con el indiscriminado ingreso a la universidad. Hoy tampoco lo estoy. Solo planteo que sean ustedes en el curso propedéutico quienes se prueben como aptos o no para ser universitarios. Con calidad moral acuso a ese sistema de perverso y aniquilador, de crear exclusión y segregación, de matar sus justas aspiraciones. No se resignen. ¡Salgan a las calles! Esta modalidad debe morir para que sus esperanzas vivan. Es su futuro o el de ese régimen que montó algún estúpido que nunca educó jóvenes. El sistema solo da una respuesta a los bachilleres: “no postulante”, aunque hayan obtenido de 700 a 900 puntos. O envía a los bachilleres a estudiar a otras provincias en carreras que no eligieron. ¿Puede seguir vigente un sistema tan absurdo en el que las universidades no participan en nada? Derriben este obstáculo. No dejen que esa perversidad siga vigente. ¡Protesten en las calles! Háganlo con la energía que Montalvo y José Ingenieros reconocieron en ustedes: la justa y santa rebeldía.