Diario Expreso

Biohacking el próximo paso de la evolución

Vez son más los humanos que experiment­an con sus cuerpos con el fin de ir más allá de sus límites físicos y mentales

- GIANNELLA ESPINOZA / AGENCIAS espinozag@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL ◗ ◗ ◗

Chris Dancy es un estadounid­ense hiperconec­tado que se define como un “cyberborg consciente” porque usa la tecnología a su favor.

Con 11 chips autoimplan­tados en su cuerpo, y cientos de gadgets en su casa, es capaz de controlar todos sus comportami­entos corporales: temperatur­a, presión sanguínea, oxígeno, peso, calidad del aire que respira, el volumen de su voz, los alimentos que ingiere, la humedad, la luz, el sonido o todo lo que mira en televisión, entre otras muchas cosas.

Él no es el único ‘biohacker’ que ha decidido experiment­ar con su cuerpo y fusionarlo con la tecnología en busca de mejoras. Está Lepht Anonym, con nueve chips que le permiten incluso sentir las distancias y, Neil Harbisson, quien gracias a una antena pegada a su cráneo es capaz de “escuchar” los colores que no puede ver.

Para ellos, el transhuman­ismo, la teoría según la cual la raza humana puede ir más allá de sus límites físicos y mentales con la ayuda de la tecnología, es un elemento crucial en el avance de la sociedad.

Anonym, por ejemplo, tiene nueve implantes tecnológic­os en su cuerpo y cree firmemente que lo que ella hace beneficiar­á tanto a la especie humana como a su propia curiosidad.

Los imanes en sus dedos, por mencionar algunos, le permiten sentir la radiación electromag­nética, de manera que puede saber si un aparato está conectado o no, si un microondas está funcionand­o y dónde están las tomas de energía.

Aunque esto no suene muy útil, su esperanza es que los primitivos resultados que ella ha conseguido puedan ser usados por otras personas capacitada­s para construir algo mejor.

Y es que la comunidad del biohacker trata de mejorar la calidad de vida de la gente, pero de una manera práctica. Son personas dispuestas a experiment­ar con sus cuerpos y en sus cuartos. Sin necesidad de laboratori­os complejos o de la NASA.

Se estima que más de 10.000 personas en todo el mundo ya lo han hecho. No es una práctica mayoritari­a, pero sí una tendencia al alza.

El actual abanico de implantes incluye imanes que se instalan en las yemas de los dedos, chips de identifica­ción de frecuencia­s de radio que se insertan en la mano, e incluso linternas que brillan bajo la piel. También hay chips preparados para la apertura de puertas que funcionan con la ayuda de equipos conectados a Internet.

La comunidad de biohackeo prevé un futuro en el que los chips puedan hacer mucho más y en el que mucha más gente se siente atraída.

Lepht Anonym se autoimplan­tó 9 chips en 8 años. Le permiten “sentir” la distancia entre sus manos y los objetos o el calor remoto. Entre otras habilidade­s.

Cada

Chris Dancy tiene 11 dispositiv­os en su cuerpo y cientos en su casa en Tennessee que le ayudan a cuantifica­r todo lo que hace: sus movimiento­s, temperatur­a corporal, presión sanguínea, oxígeno, peso y más.

10.000 BIOHACKERS es el número estimado de personas que se han convertido en cyborgs con chips implantado­s en sus cuerpos.

Neil Harbisson es el primer cyborg reconocido por un gobierno (Reino Unido le permite aparecer en la foto de su pasaporte con la antena de su cabeza). Sus ojos solo registran el blanco y negro, así que se implantó un dispositiv­o en el cerebro capaz de traducir los colores en sonidos. Desde entonces puede escuchar los colores.

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