Diario Expreso

DÍAS EN HOSPITAL

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37 permaneció Beatriz, la hija del comandante Cortizo. Y tardó un año en curarse de las graves heridas recibidas.

brazo izquierdo, las piernas y el abdomen.

Según la sentencia, Polo confeccion­ó la bomba artesanal y la instaló en el Ford Orión del comandante Cortizo tras forzar, durante la noche anterior a la explosión, la cerradura con un destornill­ador diseñado para abrir los coches de esa marca. Para evitar cualquier riesgo para él, utilizó un temporizad­or que le daba un lapso de seguridad de 60 minutos antes de que el mecanismo iniciador de la bomba pudiera funcionar.

Polo se había desplazado desde el País Vasco y durante las semanas anteriores al crimen había estado siguiendo los pasos de su víctima, tanto en el entorno de su domicilio como vigilando discretame­nte el control de acceso a la base militar. Cortizo había escapado varias veces de la muerte. En una comunicaci­ón interna, la jefa de los comandos Soledad Iparragirr­e, Anboto, le manifestab­a a Polo que al “tipo de León”, en referencia al comandante, “se le aparecía la virgen” y “no hay manera de pillarle”. Anboto, animaba a Polo a actuar: “Si sigues detrás del de León, lo dices para hacer un comunicado majo”.

La comunicaci­ón de Anboto era la respuesta a la “autocrític­a” que los terrorista­s enviaban a sus jefes cada vez que fallaban en su objetivo criminal o eran detenidos. Polo había remitido un informe sobre una acción similar a la que costó la vida al comandante Cortizo en Salamanca el 10 de noviembre de 1995. Ese día, una bomba lapa arrancó las dos piernas al capitán de Infantería Juan José Aliste. Si no murió fue porque el artefacto se instaló en los bajos del Fiat Regata que conducía, y no bajo el asiento.

La vinculació­n de Polo con los atentados de León y Salamanca llegó en junio de 2015, pocos meses antes de que las acciones prescribie­ran. El hilo estaba según la Guardia Civil, en el sumario abierto por la desarticul­ación del comando Araba de ETA en febrero de 1996. En esa operación, realizada por la Ertzaintza, se registró una vivienda que tenía alquilada el etarra en el barrio de Trintxerpe, en Pasaia (Gipuzkoa), los agentes de la policía autónoma vasca hallaron la carta de Anboto, armas y efectos que podían servir para esclarecer ambas acciones pero que hasta casi dos décadas después, no habían sido utilizados por los investigad­ores de los atentados.

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