DISCRECIÓN
Al contrario de otras promesas del castrismo que acabaron siendo fulminadas por exceso de iniciativa o protagonismo, Díazcanel supo avanzar sin ruido y con bajo perfil.
En 2003 el general lo incorporó al buró político y fue enviado como secretario del partido a la provincia de Holguín. Castro no lo llamó a La Habana hasta 2009, cuando le dio el Ministerio de Educación. En 2012 lo hizo vicepresidente del Consejo de Ministros. En 2013, cuando formó su último gobierno, le añadió el cargo de vicepresidente del Consejo de Estado y dio un discurso en el que lo apuntó como sucesor, acreditando su pedigrí: “No es un advenedizo ni un improvisado”.
Al contrario de otras promesas del castrismo surgidas bajo el ala abrasiva de Fidel Castro, que acabaron siendo fulminadas por exceso de iniciativa o de protagonismo, Díaz-canel supo avanzar sin ruido por el carril lateral de Raúl Castro, un militar que siempre valoró en su gente el perfil bajo y lealtad.
“Para llegar adonde ha llegado sin ser defenestrado la condición número uno es no salirse del guion, y él ha sido muy efectivo en eso”, dice Nora Gámez Torres, especialista en Cuba del diario Miami Herald. “Se sabe muy poco de cómo piensa”, añade. Jorge Duany, director del Instituto de Estudios Cubanos de la Florida International University, califica de “intrigante” su figura y considera “una pregunta abierta si favorecerá o no reformas del sistema político cubano”.
Díaz-canel siempre ha empleado una roma retórica continuista que refuerza a medida que se acerca su coronación. El 11 de marzo glosaba a la “generación histórica que nos ha conducido y que forjó la revolución”. Ese día se realizaban las elecciones para diputados de la Asamblea Nacional, que ratificarán el 19 de abril al candidato a jefe de Estado escogido por la cúpula en la última jornada de un ritual proceso electoral controlado por el Partido Comunista, el único permitido.
Solo se le recuerda a Díazcanel un episodio de relativa estridencia. Un vídeo de una reunión del partido que se difundió en Internet en 2017 y en el que peroró dogmático sobre los “proyectos subversivos” que según él se cobijaban tras la aparición de portales de prensa independiente, de corrientes socialdemócratas o del “bombo” que se daba a los pequeños empresarios cubanos. Pero la faceta que cultiva es la del cargo concentrado en las reformas del sistema hacia el llamado raulismo: más marcado pero no pluralidad de partidos. Este jueves acudió en La Habana a un acto con el secretario general del Partido Comunista de Vietnam en el que aplaudió “el impresionante desarrollo económico” del régimen asiático – muy del gusto del general– .
Por un límite legal establecido por Raúl Castro, Díaz-canel podría gobernar un máximo de dos mandatos, diez años. Hasta 2021 se prevé que Castro permanezca como secretario general del partido y supervisando a su delfín. El potencial reformista de Díaz-canel es una incógnita que se podría ir desvelando a lo largo de dos lustros. Sus primeros retos, en su primer año de gobierno, podrían ser hacer frente a la unificación monetaria (fundir en una sola la moneda convertible, equiparable al dolar, y la nacional de uso doméstico) y relanzar la concesión de licencias a las pequeñas y medianas empresas dándoles más garantías y solidez jurídica con una ley de pymes.
“Es un apparatchik famoso por su discreción y por repetir calculadamente el discurso oficial, pero también Adolfo Suárez era el hombre que iba a ser el cancerbero de las ideas franquista y, sin embargo, ocurrió lo contrario”, advierte el analista político Carlos Alberto Montaner. “Mi impresión es que Castro facilitará el despliegue del protagonismo de Díaz-canel manteniendo a raya al sector más contrarreformista”, prevé el historiador Rafael Rojas, “y es probable también que Díazcanel, en un principio, se muestre conservador, ya que, en buena medida, debe su designación a la imagen continuista e intransigente que ha transmitido en los últimos años. De aquí a 2021, si Díaz-canel llega a consolidarse, habrá que ver qué pasa con las reformas, que son inevitables para la propia continuidad del sistema cubano”.
El exdiplomático cubano Carlos Alzugaray indica que el vicepresidente ha sido “clave, aunque en la sombra” en el rediseño del modelo hacia la apertura económica y cree que se le podría considerar “reformista”.
es lo máximo que podría gobernar Díaz-canel en caso de ser elegido por el castrismo.