No abandonar la lucha contra la malaria
Poner fin a una epidemia es como correr una maratón y en el caso de la malaria, estamos cerca de la línea de llegada. No debemos perder el ritmo conseguido. En las últimas décadas, gobiernos, ONG y el sector privado hicieron grandes avances en su tratamiento y canalizaron a esa causa una cantidad extraordinaria de recursos. Las inversiones rindieron: la mortalidad mundial se redujo un 60 % entre 2000 y 2015. Sin embargo, el progreso logrado corre riesgo por el incremento de la resistencia a fármacos e insecticidas. Ya van dos años consecutivos de aumento de la cantidad de muertes por malaria, y la financiación está estancada. Se debe redoblar el esfuerzo para erradicarla y se necesitarán nuevas soluciones médicas y de política sanitaria, además de una voluntad política más firme para lograrlo. Requerimos más información de primera mano de los expertos en este mal que trabajan a la vanguardia de la lucha. A tal fin, encargamos el estudio Malaria Futures for Africa, copresidido por Richard Kamwi, embajador de la organización intergubernamental Eliminate 8, y Bob Snow, del programa Kemri Wellcome Trust y la Universidad de Oxford. El estudio reúne recomendaciones de ministros de salud, directores de programas nacionales de control de la malaria, académicos y líderes comunitarios de 14 países africanos que ofrecen perspectivas cruciales sobre desafíos y oportunidades importantes en la lucha contra la enfermedad. Una de las conclusiones más claras es que necesitamos armarnos mejor contra la creciente amenaza de la resistencia a fármacos e insecticidas, mediante la inversión en investigación y desarrollo para la próxima generación de tratamientos. Sin una respuesta concertada de la comunidad sanitaria internacional, existe el riesgo de que las cepas de malaria resistentes a fármacos se extiendan. También debemos usar mejor las herramientas que tenemos. En promedio, muere un niño de malaria cada dos minutos, pero solo uno de cada cinco niños infectados recibe el tratamiento adecuado. Es evidente que hay que ampliar el acceso a medicamentos, no solo con medidas ad hoc, sino también aumentando las capacidades de los sistemas sanitarios. Por eso el próximo capítulo del desarrollo sanitario global debe centrarse en mejorar el suministro de atención médica. Mejorar estos sistemas demanda más recursos y liderazgo firme, particularmente en los países más afectados por la malaria. Además, casi todos los participantes del estudio expresaron la necesidad de trascender los mecanismos tradicionales de financiación basada en donaciones, hacia un mejor aprovechamiento de los recursos locales. En Novartis, por ahora nuestra atención está puesta en completar ensayos clínicos para dos posibles medicamentos prometedores. A la par del desarrollo de estas terapias, también trabajamos en elaborar una estrategia para que los pacientes en países donde la malaria es endémica tengan acceso a ellas, y para mejorar la eficacia de nuestra respuesta, mediante la identificación de las áreas donde la enfermedad se cobra más víctimas. Con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el mundo se comprometió formalmente a poner fin a la epidemia de malaria de aquí a 2030. El objetivo ya está a la vista, pero no podemos dar por sentado que las estrategias actuales nos llevarán hasta la línea de llegada. La inversión en herramientas de próxima generación y la creación de sistemas sanitarios sostenibles nos permitirán desterrar esta enfermedad para siempre.
Los mosquitos portadores de malaria han desarrollado resistencia a los insecticidas comunes en 61 países del mundo’.