Colaboradores elitistas de China
Acomienzos de este siglo, cuando China lanzó su política de “salida” -centrada en el uso de reservas de divisas para sustentar la expansión y las adquisiciones en el exterior por parte de compañías chinas-, pocos esperaban que el país rápidamente se convirtiera en un actor económico líder en América Latina. Sin embargo, eso es exactamente lo que sucedió. ¿Es bueno esto para Latinoamérica?
En menos de 15 años, China ha pasado de desempeñar un papel económico más bien marginal en la región, a estar entre los principales inversores y socios comerciales para la mayoría de sus países, así como su principal prestador y constructor de infraestructura. En tanto sus planes económicos en América Latina avanzan sin problema, ahora China ha fijado su interés en otro objetivo: expandir su influencia política en la región y más allá. Por supuesto, la condición de China de peso pesado económico ya le proporciona un grado importante de influencia política. Pero el Estado chino y el gobernante Partido Comunista Chino (PCC) también persiguen una estrategia más directa, coordinada y de amplio alcance para expandir su poder blando.
Esta estrategia “filosa” se centra principalmente en promover el compromiso, la cooperación y los intercambios personales e institucionales con las élites latinoamericana de medios, cultura, academia y política. Por ejemplo, China produce contenido mediático gratuito para compartir a nivel local, ofrece becas a alumnos y profesionales latinoamericanos para ser “capacitados” en China, crea alianzas con universidades y grupos de expertos locales y abre y opera Institutos Confucio, etc.
Pero la herramienta más poderosa que emplea China es el intercambio personal, con el cual busca construir fuertes relaciones personales con individuos influyentes provenientes de una variedad de campos. Con ese objetivo, los líderes chinos invitan a China a figuras políticas, académicos, periodistas, funcionarios de gobierno de alto rango y exdiplomáticos de América Latina para participar en capacitaciones de varias semanas, eventos académicos o programas de intercambio ad hoc y conocer a sus pares chinos. China capacitará a 10.000 latinoamericanos prominentes para 2020. Es más, el PCC se ha comprometido a invitar a 15.000 miembros de partidos políticos extranjeros a China para intercambios en los próximos cinco años -en que muchos representantes políticos latinoamericanos ya han participado.
El objetivo principal de estos esfuerzos es garantizar que figuras prominentes, entre ellas líderes actuales y futuros de Latinoamérica, se pongan del lado de China. En pocas palabras, el régimen autoritario de China está comprando de manera sutil y gradual a dichas élites. Y el plan está funcionando. El discurso y las agendas cuidadosamente diseñados causan una impresión poderosa, hasta hipnótica, en los invitados extranjeros de China y estos regresan a sus países creyendo que China es un actor esencialmente benigno; muchos llegan incluso a convertirse en promotores de China. Los elogios que hacen de China, de su transición de la economía del maoísmo al “capitalismo rojo”, su resiliencia frente a la crisis financiera global de 2008 y su surgimiento, evidencian pleitesía hacia este país, al que consideran como una fuente valiosa de inversiones, préstamos y oportunidades de mercado. La experiencia de China demuestra, según muchos de los nuevos amigos del régimen, que el desarrollo sin democracia es posible, apreciación que casi nunca se da acompañada por el reconocimiento de los potenciales peligros de pasar a depender demasiado de China, mucho menos el hacer cualquier referencia a su sistema político autoritario o a sus antecedentes deficientes en materia de derechos humanos.
La población, en América Latina y otras partes, merece escuchar toda la historia. Deberían enterarse de las relaciones asimétricas de China con muchos de sus socios comerciales, y los términos brutales de los préstamos chinos, que han dejado a muchos prestatarios inmersos en una trampa de deuda.
Deberían también conocer la verdad sobre las condiciones laborales en los proyectos de China en el exterior, para no mencionar su impacto ambiental y social. Y estar al tanto de la represión doméstica en alza en la era de Xi.
Pero la herramienta más poderosa que emplea China es el intercambio personal, con el cual busca construir fuertes relaciones personales con individuos influyentes provenientes de una variedad de campos’.