Un músico homenajea con su obra a la comunidad kichwa
A sus 75 años, presentó su reciente creación ❚ Narra a través de su letra y música las historias de su gente y reivindica sus vivencias en la Sierra norte
EL DETALLE Temas. El disco Biografías tiene 10 temas que hablan de la estación del tren, avenida Mariano Acosta donde el maestro nació. ESCENAS
“Apatadas nos caían, longos sucios nos decían, indios vagos repetían. Se burlaban y maltrataban. Caminando por las calles, sombrerito arrebataban, otras veces los ponchitos, nunca, nunca devolvían. Aún así con la sonrisa en el llanto, cuesta arriba, cuesta abajo, la vida se construía, entre mashis y los ayllus”.
Es parte del último trabajo musical del maestro Enrique Males de 75 años denominado Biografías, donde homenajea a la comunidad kichwa Imbaya, asentados en el cantón San Luis de Otavalo, Santa Ana de Cotacachi, Atuntaqui e Ibarra en la provincia de Imbabura. Biografías es la recopilación de la memoria social que narra a través de su letra y música, las historias de su gente y reivindica sus vivencias, cuenta el artista que cumple 52 años de trayectoria.
Taita Enrique Males explica que los Imbayas son originarios de Quinchuquí de Otavalo. Sus abuelos y abuelas, migraron hace unos 120 años a la Villa de Ibarra para buscar mejores días para sus hijos y se asentaron en ese lugar, pese a los atropellos que a diario sufrían. Por eso hace énfasis en los logros obtenidos con la lucha cotidiana, de tristezas y alegrías.
Patricia Gutiérrez es coreógrafa y danzante. Ella ha trabajado junto al músico desde hace 24 años. Juntos han recorrido comunidades indígenas donde han palpado la realidad. La idea del trabajo artístico es que el público, recuerde de dónde provienen y la lucha de su pueblo para ser reconocidos en lo social, político y cultural. Cuando se presentan en los escenarios, no se trata de solo espectáculos, sino de convivencia y revitalización de su identidad, de acuerdo con Gutiérrez. Para ella es tiempo de reconocer al pueblo indígena como los Imbayas, Caranquis, Saraguros, entre otros, por sus aportes.
Paolina Vercoutere exgobernadora de Imbabura comentó que el obelisco, la estación del tren, la esquina del coco, el antiguo mercado es el escenario donde se recrea la vida de las generaciones pasadas de los Imbayas y no debe ser olvidada. Al salir de Quinchuquí, a donde regresaban para sembrar el maíz y las fiestas del Inti Raymi, Fiesta del Sol, desafia- ron a una villa que se decía blanca y que los catalogaba como inferiores. Vercoutere cuenta de las múltiples discriminaciones que vivieron hombres y mujeres; que aún perduran en la memoria de las familias Males, Maigua, Remache, Pineda, Maldonado, Morales, entre otros. Pero también persiste el relato de cuando fueron los primeros proveedores de carne para toda la ciudad.
Los indígenas irrumpieron en espacios vetados como el fútbol y el arte. En el fútbol se destacaron por ser los mejores. Con orgullo, mostraban su trenza que en su momento fue causa de burla y con las alpargatas de pupos por el que fueron admirados.