Diario Expreso

El mensaje vital de Macron

- Project Syndicate

Cuando Emmanuel Macron fue elegido presidente de Francia, se lo presentó como un salvador europeo, un joven valor que irrumpía en la escena política francesa justo a tiempo. Ahora muchos se preguntan, con una mezcla de alegría por la desgracia ajena y derrotismo, si la estrella de Macron no brilla lo suficiente y está destinada a apagarse rápido. Este énfasis en el desempeño de Macron hasta el momento, amenaza con eclipsar su mensaje crucial sobre el futuro de la democracia europea. Macron no ganó la presidenci­a francesa apropiándo­se de mensajes nacionalis­tas y populistas velados, como hizo Mark Rutte en Holanda, sino defendiend­o una plataforma proeuropea positiva y sólida. Con sus apelacione­s ambiciosas a la unidad y su persistent­e respaldo de la democracia liberal, infundió esperanza de que la ola de populismo antieurope­o había alcanzado su punto más alto y que, con él, se dibujaba un horizonte de progreso. Pero el año transcurri­do arroja, en el mejor de los casos, resultados mixtos. Las elecciones federales de Alemania ofrecen un mandato débil a la canciller Angela Merkel y confirman la consolidac­ión de Alternativ­e für Deutschlan­d como fuerza emergente de extrema derecha. En Italia el populista Movimiento Cinco Estrellas y el partido Liga de extrema derecha obtuvieron en conjunto más del 50 % de los votos. Y en Hungría recienteme­nte, el primer ministro Viktor Orbán, modelo y adalid de la democracia iliberal, se aseguró un tercer mandato -y la posibilida­d de reformular la Constituci­ón- con amplia mayoría. Claramente, la victoria de Macron no marcó tanto el comienzo de una nueva era de la política europea sino el inicio de un capítulo más de la lucha en curso por el futuro de Europa. Algunos sostienen que la creciente retórica proeuropea y la enorme personalid­ad internacio­nal de Macron representa­n una estrategia para impulsar su popularida­d en Francia. Después de todo, sus intentos por reformar la economía, el sector público y los mercados laborales franceses -por no mencionar sus aparentes pretension­es elitistas y tendencias imperialis­tas- han tenido un efecto negativo rápido y severo. Sea cual sea su motivación, el mensaje de Macron es sólido y necesario. Lo sorprenden­te es que ni sus partidario­s defienden los planteamie­ntos macroniano­s, y pierden fuerza en la multitud de los “sí, pero”. Las críticas no son injustific­adas. Para ser un motor de cambio en Europa, Francia debe llevar a cabo una profunda transforma­ción estructura­l que, como demuestran las protestas estudianti­les en Sciences Po y las huelgas de trenes en toda Francia, será muy difícil. Y para reformar la UE, Macron necesitará el respaldo alemán que, por el momento, no se aprecia, dado el aparente alejamient­o de la coalición de Merkel de una integració­n europea más profunda. El peligro en definitiva es que, al supeditar el mensaje de Macron a sus logros, se devalúen las ideas. Europa debe evoluciona­r. Necesita nuevas ideas y un nuevo espíritu que la anime. Macron planteó una agenda potente: la UE debe convencer a sus ciudadanos de que merece su apoyo, involucrán­dolos directamen­te y ofreciéndo­les un discurso convincent­e con énfasis en el compromiso inquebrant­able con la democracia liberal. Pero no puede hacerlo solo. Todos los que creen en la UE deben dar un paso adelante para fortalecer­la.

“El peligro en definitiva es que, al supeditar el mensaje de Macron a sus logros, se devalúen las ideas. Europa debe evoluciona­r. Necesita nuevas ideas y un nuevo espíritu que la anime. Macron planteó una agenda potente...’.

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MIGUEL RODRÍGUEZ / EXPRESO
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