Las puntadas para levantarse del terremoto y de la crisis
De Prati junto a una fundación enseña confección con calidad internacional en Manta ❚ En un plan aparte, los textiles buscan triplicar las exportaciones
Dos proyectos pintan un horizonte halagüeño para el sector de los micro, pequeños y medianos emprendedores. Las metas son nacionales y hay oportunidades para los manabitas, quienes aún tienen las lágrimas húmedas por el terremoto de hace dos años. Por un lado son las metas de un gremio y por el otro, acción solidaria de un almacén ícono de Guayaquil, en alianza con una fundación.
La estrategia del sector textil y confección, diseñada en 2017, plantea triplicar las exportaciones en cinco años, es decir, hasta el 2022. La meta es llegar a los 350 millones de dólares de ventas al extranjero, dando prioridad a los productos confeccionados con valor agregado, según la Asociación de Industriales Textiles del Ecuador (AITE). Esto sin cuantificar las ventas de los productos nacionales que se dan en el país.
Parte de estos ingresos pueden llegar a las manos de los microempresarios de la confección, en la medida que sus productos tengan alta calidad. Bajo esta arista tiene resalte el trabajo independiente que viene haciendo De Prati junto a la Fundación Acción Solidaria desde 2014, con una visión social, ofreciendo el programa Mujeres Confeccionistas Emprendedoras. Hasta el momento 257 mujeres han sido parte de esta iniciativa, generando distintos microemprendimientos o ingresando a trabajar con proveedores de los almacenes De Prati, tanto en Quito y Guayaquil, dijo a Diario EXPRESO Soledad Ponce, gerente sénior de Marketing de De Prati.
Ahora el curso de confección con calidad internacional se abrió en otra ciudad del país. Hace un año la tienda inauguró un local en Manta, en la provincia de Manabí. Entonces para retribuir el buen recibimiento que tu- vo el almacén, este ofrece el curso a las mujeres manabitas. En una primera etapa participarán 30. Entre ellas está Nelly Vélez, de 53 años, quien después de dos años todavía tiene su casa tal cual se la dejó el sismo, derrumbada. Ella en el 2016 perdió su trabajo, porque el terremoto dañó las máquinas con las que hacía ropa para los trabajadores de los barcos pesqueros. Su exjefe no tuvo el dinero para comprar nuevamente las herramientas y prefirió cerrar el negocio. Desde entonces Nelly hace pequeños trabajos para ganarse unos centavos. Sin casa, tuvo que regresar a vivir con sus padres. Por lo tanto, el curso de confección le abre la oportunidad, para puntada a puntada levantarse del terremoto y de la crisis económica.
Pero ella no es la única con una historia singular. También está Karina Vera, de 26 años, quien el día del sismo estaba embarazada y por dormir a la intemperie le dio zika, “por un milagro -dijo ella- la nena no fue afectada”. Ahora busca nivelar su economía.
En la inauguración del curso, otra de las participantes, Zoila Guevara, indicó que no se puede dar marcha atrás a las manecillas del reloj (refiriéndose al terremoto), pero sí se le puede dar cuerda. En el sentido de salir adelante y han optado por ingresar en la industria de la moda, cuyo engranaje es movido mayormente por la microempresa. Por ejemplo, en De Prati un 90 % de las prendas que se venden es confeccionado en el país.
Se estima que el sector textil es el segundo que genera más empleo, unos 174.125 plazas, que representan un 21 % de lo que produce la industria manufacturera. A estas filas se unieron estas mujeres guerreras.
LA CIFRA 1.313 MILLONES de dólares fueron las ventas del sector textil, en 2016, fue 5 % del sector manufacturero. EJEMPLOS DE SUPERACIÓN