Correa se queda sin la escolta del Estado
El Gobierno decidió que no existe riesgo y retira la vigilancia para él y sus familiares ❚ Ningún expresidente tiene guardaespaldas
LAS FRASES Camino por el centro de Quito como cualquier ciudadano, saludando con mis amigos y con la gente. Cuandosetienelas manosmanchadasde sangreycorrupción, comotienecorrea,loquese piensaesproveerse deseguridad.
Mañana es el último día que el expresidente Rafael Correa y sus familiares disfrutarán de seguridad pagada por el Estado. La Secretaría de Comunicación informó que previo a consultas efectuadas a la Secretaría Nacional de Inteligencia y por informes de riesgos, no hace falta que siga la seguridad para Correa.
La resolución también alcanza al exvicepresidente Jorge Glas, preso en la cárcel 4 de Quito por asociación ilícita en el caso de sobornos de Odebrecht.
Ayer por la mañana, sin embargo, Andrés Michelena, secretario de Comunicación, en una entrevista radial, dejó abierta la posibilidad de brindar protección a Correa cuando venga al país por el alto porcentaje de riesgo que existe.
Una evidencia ya la vivió en febrero cuando recorría el país haciendo campaña por el no en la consulta y fue recibido con una lluvia de huevos en el cantón La Maná, en Cotopaxi.
Bajo esa premisa y al estilo del rey Salomón la decisión será un punto medio: retirarle la seguridad en el exterior y darle protección mientras esté en el país. La resolución también pasó por el tema económico y en concordancia con la austeridad anunciada por el presidente Lenín Moreno.
La cifra para mantener la vigilancia de Correa en Bélgica no es baja. Supera el medio millón de dólares según los cálculos estimados por el estilo de vida de ese país.
En julio del año pasado EXPRESO publicó un reportaje sobre el grupo asignado a Bélgica. Estuvo integrado por dos sargentos y seis miembros del Servicio Secreto de la Secretaría Nacional de Inteligencia.
Aunque oficialmente no se reveló el monto asignado a la partida de protección sí se conoció que para la estadía mensual cada uno de los ocho miembros necesitaba entre 7.200 y 7.000 dólares. Esos cálculos derivan una fórmula de cálculo según la cual el personal debe recibir unos 240 dólares diarios para proteger a Correa. Ese dinero ha servido para alquilar viviendas, vehículos y subsistencias.
Aunque Michelena dice que todos los expresidentes deberían tener esa seguridad, la realidad es distinta. Ningún expresidente goza del beneficio que se asignó Correa mediante decreto ejecutivo antes de dejar el poder en mayo de 2017.
Rodrigo Borja, expresidente entre 1988 y 1992, dice que después de que dejó el poder nunca ha tenido ni seguridad ni guardaespaldas. Él camina solo por las calles de la capital y saluda a sus amigos.
Borja dice que a quienes requieren de guardia personal “habría que preguntarles por qué tienen miedo”.
A Borja se lo puede encontrar cualquier día en el centro de Quito. Su único problema reconoce que son las fotografías porque como todo el mundo tiene un celular quieren sacarse fotos con él y el riesgo es no saber con quiénes se saca las imágenes.
“Yo camino libremente, los jueves voy a la Academia de la Lengua que queda en el centro de Quito, cerca de la iglesia de La Merced, parqueo mi carro en el estacionamiento de la Mejía, nunca he tenido chofer”, señala el exjefe de Estado.
Borja afirma que ni cuando estaba en el cargo necesitaba de seguridad. A cualquier hora, especialmente en la noche, recuerda que caminaba solo hacia San Francisco o La Ronda.
A otro expresidente que se puede encontrar solo en cualquier calle es a Lucio Gutiérrez, cesado en 2005. Él cree que “cuando uno tiene las manos limpias y la conciencia tranquila no necesita de ninguna seguridad”. Recorrió ayer Quevedo en la provincia de Los Ríos y opina que si Correa quiere seguridad que se pague con sus recursos.
Tampoco su sucesor Alfredo Palacio tiene seguridad. Él se radicó en Manta y trabaja en Cardio Centro. También camina por las calles y saluda con la gente.