Dueño o asilado
El “affaire” Assange causa repudio y malestar en el ecuatoriano corriente al observar que el dinero que no tiene, que le cuesta ganar y que debería ser utilizado en beneficio de las necesidades sociales del pueblo, se despilfarra con gran desparpajo y generosidad mal entendida en favor de un pirata que tenemos desde hace casi 6 años asilado en la embajada del Ecuador en Londres, gozando de concesiones, derechos y privilegios, que desde ningún punto de vista se compadecen con su condición.
Es importante recordar que Assange no fue jamás verdaderamente un perseguido, motivo por el cual no se le debió brindar asilo, en tratándose de un vulgar delincuente que era requerido por la justicia sueca y estadounidense. Sin embargo, cariñosamente apapachado por Correa, Patiño y otros, ingresó a nuestra embajada, donde tenía que guardar absoluta compostura, no entrometiéndose en asuntos políticos o diplomáticos, tanto del Ecuador como de otros países.
Causa coraje y rebeldía el pensar que se hacen grandes esfuerzos por conseguir cerca de doscientos mil dólares para adquirir una medicación que se constituye en un asunto de vida o muerte para quienes adolecen de una enfermedad catastrófica llamada Miastenia gravis y que a título de contraparte, este miserable se haya beneficiado de alrededor de cinco millones de dólares que desvergonzadamente entregó el Gobierno ecuatoriano para que él jugase al espía; sin contar con los miles de dólares gastados en proteger y dar comodidades a este filibustero, al que tan generosamente se le otorgó la ciudadanía ecuatoriana, a la que jamás tuvo derecho.
La canciller, que hasta el momento no sabemos a quién representa, muy libertinamente se expresa como a ella le viene en gana, irrespetando sentimientos y criterios de los ecuatorianos, a los que abofetea con sus declaraciones públicas, al afirmar estentóreamente su amor político y doctrinario hacia Chávez, Maduro, Ortega, el Che Guevara y otros, que para la mayoría de nosotros, solo representan dolor, muerte y abominable aplastamiento de todos los valores democráticos.
Y sigo andando…