La universidad luego de mayo de 1969
EDITORIAL
El 29 de mayo de 1969 y los meses posteriores a esta fecha trajeron un significativo cambio en lo referente al ingreso de los bachilleres a las universidades ecuatorianas. Guayaquil y otras ciudades fueron escenarios de continuas movilizaciones y protestas de estudiantes por la vigencia del examen de ingreso, pues a su juicio constituía un severo obstáculo que impedía su acceso a los estudios superiores. Desde 1968 se empezaron a dar las protestas, las cuales llegaron a su clímax ese 29 de mayo del 69, cuando en la Casona Universitaria murieron 6 personas, 32 resultaron heridas y 67 fueron detenidas. Esto constituyó un punto de inflexión que llevó a que después de tan infortunado suceso el Consejo Universitario decidiera el libre ingreso de bachilleres a la universidad. Surgió así una masificación indiscriminada que deterioró sus estructuras.
Luego de tres décadas, desde el interior de las mismas universidades, sus docentes y algunas instancias académicas, en actitud autocrítica propusieron la instauración de cursos preuniversitarios. Sin duda, algunos de ellos tuvieron deficiencias, sin embargo se mantuvo la autonomía universitaria, que encontró mecanismos de autorregulación para atender y solucionar el menoscabo generado por la masificación. Autoridades, profesores y estudiantes comprendieron que el curso preuniversitario, que en múltiples casos duró más de seis meses, cumplió el efecto de un proceso propedéutico y selectivo que ayudó tanto a los bachilleres como a la universidad. No obstante de ello, el anterior gobierno creó un singular mecanismo tecnocrático de “selección” que devino en
...las lecciones resultantes de los negativos efectos que dejó la selección tecnocrática de los últimos años, y que se replanteen la restitución del prestigio académico que en un momento tuvieron las universidades públicas’.
un real sistema de exclusión, en el que incluso no tuvieron ningún rol ni responsabilidad las universidades. Fue un modelo impuesto verticalmente, que las reformas a la Ley de Educación Superior aprobadas buscan reformar, pues tal desatino, producto de un mayor centralismo, no contribuyó a mejorar la calidad de la educación en las universidades públicas.
Transcurridos 49 años del trágico atardecer del 29 de mayo de 1969, es oportuno que profesores, estudiantes y autoridades reflexionen sobre este hecho, que aprendan las lecciones resultantes de los negativos efectos que dejó la selección tecnocrática de los últimos años, y que se replanteen la restitución del prestigio académico que en un momento tuvieron las universidades públicas. Las reformas a la LOES han abierto un camino cuyos resultados están por verse.