Rentabilidad
Hacer empresa es buscar rentabilidad. Verdad es que los millennials están transformando las formas al enfatizar propósitos globales, pero aquello no ha cambiado el fondo del mundo empresarial. Algo de legislación social y ambiental ha contorneado al empresariado, pero la finalidad empresarial es la misma de hace siglos: producir renta.
Como es de esperarse, algunos se quejan. Los histriónicos líderes de izquierda recitan discursos sobre distribución de riqueza pero viven privadamente como ricos y famosos. Lo interesante, veamos, es que sus berrinches no representan las visiones de justicia del ciudadano promedio.
Todos los grandes patrimonios se desvían voluntariamente de sus metas de productividad y de rentabilización. Y no lo hacen solo por los emocionantes debates legislativos o la consabida sabatina. Lo hacen para proyectarse en el largo plazo; lo hacen por la sostenibilidad de sus relaciones con accionistas, clientes, empleados, proveedores, más allá de los reguladores.
Si las decisiones de rentabilizar una empresa cuentan con el favor popular depende, según varios premios Nobel, de ciertas “reglas comunes sobre justicia”. Estas no son las reglas inmóviles o lentorras de la ley, son aquellas propias de la psicología popular.
Kahneman y Tversky hicieron preguntas sobre las condiciones en las que las personas aceptan que las empresas bajen salarios, suban precios, o cobren mayores alquileres. Las respuestas son sorprendentes. Las mismas personas consideran injusto que les bajen el sueldo cuando las condiciones económicas así lo disponen, pero consideran justo que a un nuevo
El pueblo tiene ideas de justicia más realistas que las de los políticos’.
empleado se le pague menos que al que renunció o que se ajusten los salarios si la empresa se cambia de actividad.
Con políticos y legislación idéntica, las personas tienen diferentes opiniones sobre cómo se produce o mantiene una misma renta del capital.
El pueblo tiene ideas de justicia más realistas que las de los políticos. Por eso hay que hacer más negocios y pensarlos para que sean sostenibles bajo las reglas de justicia de la gente, no de los caprichos del poder.