Cambios y cambios
Dependiendo de las circunstancias históricas que le ha correspondido vivir a la humanidad, cada época ha arrastrado hacia los terrenos de la educación vientos nuevos, en algunos casos fuertes y en otros frescos, que han motivado que cambios, novedades, novelerías y por qué no equívocos, se hayan instalado de manera temporal o definitiva en el mundo pedagógico.
Desde las tablas de arcilla, el ábaco, la mayéutica, el vuelco rusoniano a la naturaleza, la edad de la razón, el impacto de la tecnología, hasta hoy la neurociencia, se ha caminado mucho.
Si bien no toda innovación es buena ni válida, es obvio que hay cambios absolutamente necesarios que buscan permanencia y trascendencia en el quehacer del educador; por ello, es bueno mantener la mente abierta, sin negaciones previas, sin temores paralizantes que limiten la mente profesoral y coarten la posibilidad del accionar docente.
De otro lado, es claro que debemos analizar, filtrar y aterrizar toda propuesta de cambio. La teoría puede ser maravillosa y de hecho concebida por quien vive en un territorio, trabaja con niños que manejan esa específica cultura, y aplicable en esas condiciones, que van, desde el modelo de estado que se vive al clima y sus estaciones. No necesariamente puede ser generalizada, universalizada y ser válida para todos, pues esa teoría se concibe a partir de la realidad que vive su mentalizador.
Negarse al cambio es necio, cambiar por cambiar es torpe y peligroso’.
Las propuestas de cambio en educación tienen que ser aterrizadas, nacionalizadas, ciudadanizadas en el sitio en el que se las aplica. En nuestro país, por ejemplo, no es lo mismo educar a un niño de la sierra que a uno de la costa, de la ciudad o del campo, pues hay especificidades, tradiciones, cultura, entorno, conocimientos vernáculos, que tienen que ser contemplados dentro del modelo educativo en el que se los inserta.
Negarse al cambio es necio, cambiar por cambiar es torpe y peligroso; por ello, el reto es generar un modelo que fluya en la corriente de las nuevas propuestas pero que tenga firme contacto con la realidad del profesor y del alumno.