Diario Expreso

Asunto para un concilio

- NELLY DE JARAMILLO colaborado­res@granasa.com.ec

La fotografía del papa Francisco sentado cabizbajo en el santuario de Knock, oratorio de piedad mariana a 18 kilómetros de Dublín, que muestra a media página un diario local del pasado lunes, impresiona por la profunda depresión, desánimo y vergüenza que deja traslucir el Sumo Pontífice, a su pesar sin duda, al tener que asumir como cabeza de la Iglesia católica la responsabi­lidad que le correspond­e, respecto de los graves abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos contra menores en Irlanda, y prácticame­nte en cada uno de los países que visita en su gira papal del presente año, según lo han relievado los medios de prensa de todo el mundo.

“Imploro el perdón de Dios por estos pecados, por el escándalo y la traición sufridos por tantas personas en la familia de Dios”, declaró el Papa al efectuar una visita al santuario de Knock, donde fue recibido por 45.000 personas, lo que no obstó para que un alto prelado de la Iglesia, Carlo María Vigano, arzobispo y exembajado­r del Vaticano en Washington, lo acusara de haber anulado las sanciones contra el cardenal estadounid­ense Theodore Mccarrick, pese a estar acusado de abusos, por lo cual pedía su dimisión.

Pero el abuso sexual de menores ha ocurrido también en muchos otros países, como Chile, donde el caso más notable fue el del influyente cura Fernando Karadima, formador de cerca de 50 sacerdotes, de los cuales cinco devinieron en obispos. Karadima, en el 2010 fue suspendido de por vida por la justicia vaticana tras revelarse que abusó sexualment­e de niños y jóvenes cuando era el titular de la parroquia El Bosque, en un sector pudiente de Santiago; pero no pudo ser sancionado por la justicia penal por ya haber prescrito estos delitos.

Sin embargo, no entendemos por qué no se ha planteado alguna solución de fondo que acabe con esta escandalos­a forma de corrupción o que por lo menos la disminuya. La más simple y lógica es la que los jerarcas de la Iglesia católica se han negado siempre a debatir: liberar de la exigencia del celibato al sacerdocio católico, o dejarlo como opcional, igual que lo hacen las iglesias evangélica­s y otras profesione­s de fe religiosa.

Para debatir asuntos como ese sirven los Concilios Vaticanos.

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