CARRETERA
En los 39 kilómetros que van de Bucay al puente Cornelio Dávalos, EXPRESO contabilizó 113 grietas y 5 alertas de asfalto inestable, en una vía con 116 curvas pronunciadas.
De aquella revisión y arreglo entre 2012 y 2014, ha pasado un lustro sin que el Gobierno haya avanzado algo en sus planes de reemplazar una estructura que tiene 38 años y que salva la altura de una quebrada de 60 metros. Hasta este mes. Según el subsecretario de Infraestructura del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, Ricardo Paula, este Gobierno ha encontrado los recursos que le faltaron al anterior en su última etapa para encargar un nuevo paso. “En septiembre se sacará el concurso para la consultoría y en seis meses, aproximadamente, estará listo el estudio para la obra”.
EXPRESO recorrió el puente hace 15 días y constató su estado físico. Pese a tener un ancho de calzada de dos carriles, solo se permite circular por uno. Primero pasan los que bajan de la Sierra, mientras los que llegan de la Costa aguantan con la luz roja del semáforo. Después, le toca al sentido contrario. Hay dos radares en cada extremo (uno no funciona), así como advertencias y rompevelocidades para que los vehículos -unos 3.500 al día- no pasen a más velocidad de la recomendada -30 kilómetros por hora- para no comprometer más la estructura. Por el estado de las luminarias, de las barreras de plástico y por la suciedad acumulada en la cuneta, se percibe un evidente descuido en el puente, pese a que por allí pasan, sobre todo, tráileres, autobuses y vehículos pesados. Tampoco hay autoridad en la zona que vigile la circulación, salvo en fines de semana o feriados. No obstante, el Ministerio de Transporte y Obras Públicas precisa que se hace un mantenimiento regular en la vía con una asignación de 25.000 dólares anuales.