“La FIL demostró que en Guayaquil sí se lee”
mostrar que era un trabajo serio, e irnos posicionando. Desde entonces, hay cosas que han venido por añadidura. Las dificultades son las propias de organizar una feria de esta magnitud, pero tenemos un excelente equipo. − La última edición de la feria tuvo 28.000 visitantes. ¿Considera que la cifra desmiente el mito de que en Guayaquil no se lee? − Totalmente. Esos estereotipos hay que eliminarlos, porque nos hacen daño. Guayaquil es una ciudad de arte, de cultura y eso queda demostrado no solo con la feria, sino con proyectos como La Bota o el Estudio Paulsen. La propia feria ha ido sumando visitantes, y eso no sucedería si la gente no estuviera interesada. La FIL demuestra que en Guayaquil sí se lee. Estos eventos, y otros como el Comic Con y el Funkafest, han venido a llenar espacios que se necesitaban. − Para los amantes de la lectura, la FIL es una oportunidad para conocer a sus ídolos en carne y hueso. ¿Se ha emocionado al conocer a algunos de los autores que han venido a la ciudad? − ¡Sí! Cuando conocí a J. M. Coetzee estaba muy nerviosa. Conocer a un Nobel de Literatura es una experiencia única. He intentado leer las obras de los autores que vienen y que no conozco. Me gustaron mucho, por ejemplo, las novelas de Claudia Piñeiro y de Sergio Ramírez. En esta ocasión estoy muy emocionada porque viene Javier Moro, un autor que admiro muchísimo. Leí ‘El sari rojo’, que era sobre Indira Gandhi, y me encantó. Desde entonces me enamoré de sus libros. Estoy a la caza de su novela más reciente y no puedo esperar para escucharlo.