Tiger encontró a
EL DETALLE Agenda. Esta semana Tiger compite en la Ryder Cup, en París, torneo entre Estados Unidos y Europa, donde solo ganó una de 7 veces. El golfista estadounidense, de 42 años, vuelve al más alto nivel después de no saber si podría vivir sin dolor
“EEXPRESO s un exjugador”. “Ya no puede competir”. “Debería retirarse”. “No volverá a ganar”. “Su juego se ha ido”. “No tiene salud”. “Nunca será el mismo”… Es un vídeo de menos de un minuto. Sentado, con una tablet en las manos, Tiger Woods escucha a diferentes analistas de golf dar su opinión sobre él. El jugador estadounidense apenas se inmuta pese a la colección de negativos pronósticos acerca de su futuro. Solo al final, con la última estocada, levanta la cabeza y sonríe ligeramente. Su gesto no es de rabia. No parece furioso pese a la lapidación colectiva que acaba de sufrir. Su mirada es más débil. Comprensiva.
El Tigre acepta lo que piensan sobre él. Es más, es lo que él mismo pensaba sobre sí mismo hace poco. Que no volvería jamás a sentirse jugador. Que a los 42 años, con un cuerpo remendado después de cuatro operaciones de espalda y cuatro de rodilla izquierda, el baile se había acabado.
Pero un campeón herido sigue siendo un campeón. Tiger quería al menos intentarlo, darse otra oportunidad. Y cuando este año empezó a competir, todavía con miedo, descubrió que ese dolor que le hizo la vida imposible desapareció. Las piezas habían encajado. Si estaba sano, iba a recuperar el golf que todavía corría por sus manos.
El segundo puesto en Valspar, en marzo, le demostró que aún podía plantar cara a los jóvenes. Desde ahí todo fue hacia arriba. Un sexto puesto en el Open Británico, en el que fue líder a falta de nueve hoyos, fue la señal de su regreso definitivo en los grandes. El segundo lugar en el PGA, tras Brooks Koepka, lo situó a un paso de la cima, hasta que el domingo pasado, más de cinco años después de su anterior triunfo, Tiger Woods volvió a ga-