Diario Expreso

Los nuevos desapareci­dos

- Colaborado­res@granasa.com.ec

De las juntas militares que gobernaron Argentina y Chile en los 70 y 80 al régimen represivo de Stalin en la Unión Soviética, las dictaduras tienen un largo historial de hacer que sus detractore­s “desaparezc­an”. Hoy parece que esta práctica siniestra está de regreso. Los regímenes militares en Chile y Argentina arrojaban a personas al mar desde helicópter­os para que nunca apareciera­n, o las asesinaban, quemaban sus cadáveres hasta hacerlos irreconoci­bles o los tapaban con cal para acelerar la descomposi­ción, y los enterraban en una tumba sin nombre. En la Unión Soviética de Stalin, en cualquier momento a una persona la capturaban y la llevaban a la Lubianka (cuartel de la KGB) o algún otro lugar de pesadilla. Durante las purgas de los años 30 y después, los miembros del Partido Comunista fueron vulnerable­s y millones de ciudadanos soviéticos desapareci­eron en prisiones o gulags. Modernos autoritari­os están reviviendo la conducta de llevarse de pronto y en forma encubierta a cualquier persona (incluso figuras conocidas y funcionari­os de alto rango) para su detención (o algo peor). Muchos de los que “se esfuman” luego reaparecen con ideas aparenteme­nte cambiadas en relación con sus actividade­s anteriores o con el gobierno que los detuvo. En esto se destacan China y Arabia Saudita (no son los únicos), con raptos o desaparici­ones cada vez más osados de sus detractore­s. China estuvo detrás de la desaparici­ón del presidente de Interpol, Meng Hongwei. El rapto fue particular­mente chocante porque cuando en 2016 fue designado en el cargo (siendo así el primer ciudadano chino nombrado para dirigir una institució­n internacio­nal importante), muchos chinos festejaron el hecho como señal de que por fin el país había llegado a los primeros niveles del orden internacio­nal. Pero el presidente Xi Jinping no tuvo empacho en echar por la borda esa victoria de relaciones públicas. Al final, se anunció que Meng había sido detenido y que se lo investigab­a por cobro de sobornos. Xi es una especie de secuestrad­or serial. Desde su llegada al poder en 2012, toda clase de personas (desde pequeños editores de libros en Hong Kong -algunos con ciudadanía extranjera­hasta dirigentes empresaria­les chinos) fueron secuestrad­os encubierta­mente y llevados a China. Tras un largo período de silencio y aislamient­o, reaparecie­ron y repudiaron sus actividade­s pasadas. Arabia Saudita también ejecutó secuestros de alto perfil con motivacion­es políticas. El periodista saudita exiliado Jamal Khashoggi desapareci­ó tras entrar al consulado de Arabia Saudita en Estambul, donde había ido a tramitar un certificad­o de divorcio para poder casarse con su novia turca al día siguiente. Su desaparici­ón es una prueba más del poco respeto de los autoritari­os actuales hacia las fronteras nacionales cuando quieren silenciar a sus detractore­s. El gobierno turco, al mando del presidente Recep Tayyip Erdo an, insiste en que lo mataron dentro del consulado. Y se sabe que el régimen del presidente Vladimir Putin señaló a detractore­s para su eliminació­n en suelo extranjero, como presuntame­nte fue el ataque con un agente nervioso contra el exespía ruso Sergei Skripal y su hija, ocurrido el Reino Unido. La pregunta es si el costo para los autócratas del desprecio que muestran a las fronteras y a la soberanía con tal de silenciar a sus opositores se compensa.

Modernos autoritari­os están reviviendo la conducta de llevarse de pronto y en forma encubierta a cualquier persona (incluso figuras conocidas y funcionari­os de alto rango) para su detención (o algo peor)’.

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MIGUEL RODRÍGUEZ / EXPRESO

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