Una escuela de belleza para madres de niños con cáncer
Noventa mujeres han sido becadas ❚ Van por su segunda promoción ❚ Las alumnas con mejores calificaciones podrán estudiar, por 15 días, en Inglaterra
Necesitaba 250 dólares para su hijo. Había vendido todo ya y los préstamos la abrumaban. Se dio cuenta de que aún algo no había comercializado: su cuerpo. No creía que fuese lo correcto, pero el tiempo para su pequeño, enfermo de cáncer, caducaba. Después habría espacio para moralismos. Además ¿quién juzgaría a una madre cuyo hijo estaba por morir? la de belleza en la que ha becado a noventa madres, cuyos hijos tienen algún tipo de cáncer. “La beca es como una deuda social que los seres humanos tenemos. Todos somos responsables de ser parte del cambio”, señala.
Aunque la ayuda social siempre fue parte de su empresa, este grupo se volvió su predilecto tras que su padre, enfermo de cáncer y con diagnóstico de tres meses de vida, lograra sobrevivir alrededor de dos años.
Más que una oportunidad para generar ingresos, para Lissette Aguilar la beca significa poder gestionar su tiempo. “Equilibrarlo con citas médicas y exámenes. A veces una cita es en la mañana, pero por alguna emergencia te pueden atender en la tarde”, señala esta mamá, que trabajaba en un consultorio odontológico, pero que debió dejar su labor para ocuparse de su pequeña con leucemia.
Alejandra Paredes es otra de las madres becadas y aunque su pequeño recientemente pasó por un proceso de hospitalización, ella procura continuar esforzándose por destacar en el curso. ““Yo quiero demostrar a mis hijos y a mi familia que, pese a lo que estamos viviendo nada es imposible si estamos de la mano con Dios”.
son parte de la segunda promoción de becarias, que impulsa esta escuela de belleza.
A más de eso, Paredes insiste en que el cáncer la ha ayudado a crecer como persona, forjar su carácter y ser empática con las mamás de otros niños, que como el de ella, luchan por vencer a la enfermedad. Y como si de una cadena de favores se tratase, esta mamá quiere replicar la oportunidad que a ella se le brindó, a través de asesorías a las madres de los niños de Solca. Sabe que salvar a los pequeños es la prioridad, pero anhela que en ese camino las madres no sacrifiquen su cuidado personal. Después de todo, que ellas se sientan bien también es una manera de que los niños pacientes también lo estén.