URNAS
Muchos no creen que Merkel sobreviva a las elecciones de mayo de 2019, si los partidos tradicionales vuelven a ser sancionados en las urnas, o como muy tarde al otoño, después de las elecciones en tres bastiones de la extrema derecha.
También se defendió de ser una ‘Merkel bis’. “Soy la que soy”, proclamó en referencia también a sus posiciones más radicales que las de la canciller en algunos temas sociales o de inmigración.
La CDU necesita más que nunca un nuevo impulso.
Ante la presión por la derecha de AFD y de los Verdes alemanes por el centro, la formación solo obtendría entre el 26 % y el 28 % de los votos, según los sondeos. En las legislativas de septiembre de 2017, esta coalición consiguió el 33 % de los sufragios. Su socio en el gobierno, los socialdemócratas (SPD), atraviesan una crisis aún más grave.
La canciller alemana, apodada cariñosamente en el pasado como ‘Mutti’ (Mamá) por la prensa alemana, tuvo que renunciar al liderazgo de la CDU tras los resultados negativos de dos elecciones regionales.
Pero antes de ceder el relevo, Merkel defendió ayer su herencia política, a pesar de las críticas que recibe tanto en Alemania como fuera de sus fronteras, especialmente sobre la cuestión de los migrantes.
Alemania aceptó abrir las puertas del país y acoger a más de un millón de sirios e iraquíes entre 2015 y 2016, una decisión cuyo efecto devastador fue el ascenso del AFD.
“En estos momentos no deberíamos olvidar nuestros valores cristiano-demócratas”, advirtió la canciller.
Con 64 años, después de 13 años al frente de la principal potencia económica y política europea, Merkel puede formar un buen tándem con AKK hasta 2021, aunque hay una serie de elecciones en las que malos resultados podrían provocar una salida anticipada.