ACUSACIÓN
EE. UU. prepara cargos contra Julian Assange, según se filtró semanas atrás, en un documento de la Fiscalía sin precisar el delito.
Pero para eso, Assange tiene que salir de la Embajada de Ecuador en Londres. Una meta para la que el Gobierno de Lenín Moreno está facilitando el camino, asegurándole al fundador de Wikileaks que Reino Unido no tiene intención de extraditarlo a su hermano mayor, EE. UU. El diario The New York Times publicaba esta semana, a propósito de los planes de Carondelet, que hubo conversaciones con el gran socio comercial ecuatoriano para facilitar la salida de Assange de la sede diplomática si EE. UU. le ayudaba a reducir su deuda.
De ahí se agarró Assange para fortalecer su tesis de que hay un entramado de pactos ocultos para que abandone el asilo que le protege desde 2012 y para que termine a disposición de la implacable Justicia estadounidense.
Su estrategia de defensa se ha centrado en el último mes en desacreditar al periódico británico The Guardian que le sitúa en el centro de la injerencia rusa en las elecciones que ganó Trump. Según ese medio, en un artículo publicado a tres manos incluyendo la firma de Fernando Villavicencio, Assange se reunió tres veces con el exjefe de campaña de Donald Trump, Paul Manafort. Una de ellas en 2016, en pleno periodo electoral.
Como acoso a la credibilidad del diario británico, Wikileaks ha incluso anunciado que interpondrá una demanda y ha apostado un millón de dólares a que The Guardian no puede demostrar que aquellas reuniones se dieron. Y tampoco que él tuvo algo que ver en la trama rusa y, por tanto, Estados Unidos tiene una razón menos para perseguirle.
En ese fuego cruzado, Wikileaks ha orquestado una campaña para desmontar la publicación atacando al historial de Fernando Villavicencio, recordando que fue un opositor frontal del Gobierno del expresidente Rafael Correa -quien dio resguardo a Assange- y que incluso tuvo una orden de prisión por injurias. Y así Ecuador, junto con Villavicencio, se cuela de nuevo en uno de los rifirrafes que el australiano libra contra el mundo. Hasta el punto de que el Gobierno ha tenido que desempolvar la escueta explicación que ofreció meses atrás sobre la reunión de Lenín Moreno con el mismo Manafort de la campaña de Trump: que solo acompañaba a unos inversionistas chinos y que nada se conversó sobre Assange.