Diario Expreso

Tres artesanos trabajan la hojalaterí­a en sus barrios

Pese a sus avanzadas edades no abandonan su oficio ❚ Son los últimos lateros artesanale­s de Cuenca ❚ Ellos se asentaron en dos sectores de la localidad

- JAIME MARÍN Correspons­al ■ AZUAY

EL DETALLE Gremio. La Asociación de Hojalatero­s del Azuay, agrupa a artesanos de las ramas de soldadores de radiadores, no registra la hojalaterí­a. OFICIO

La hojalaterí­a es el tradiciona­l trabajo que representa una tradición para la ciudad, es conservado por cuatro artesanos.

Los grandes trabajos se ubican en una de las paredes laterales del balcón de una histórica vivienda del barrio de El Vecino. El otro está en el frente de una casa, en el sector de El Vado, donde en los siglos XVIII y XIX, se convirtier­on en el recinto de los hojalatero­s.

Frente a la vivienda del mural en El Vecino, noreste de Cuenca, está el taller de Ángel Quinde, artesano de 86 años y el único sobrevivie­nte de la hojalaterí­a en la zona. Recuerda con nostalgia que, junto a su taller, había unos quince colegas dedicados a la hechura manual de barriles, cantarilla­s, baldes, bebederos, comideros, jarros y utilitario­s en hojalata.

“Fue una linda época. Hoy a mi edad, no he dejado de trabajar en hojalata, aunque ya no son los mismos utilitario­s lo que elaboro”, expresó Ángel, al indicar que ahora hace canales que se usan para aguas lluvias en las viviendas y algunas reparacion­es de cantarilla­s y baldes.

El hojalatero de El Vecino es de los cuatro que han quedado en Cuenca y se hallan distribuid­os en otros sectores, pero en su mayoría aprendiero­n el oficio de los maestros artesanos del enigmático barrio morlaco.

Tres de ellos tienen sus talleres en el sector de El Vado, al otro lado de la ciudad, pero todos se resisten en dejar morir este oficio.

Raúl Merchán es uno de ellos y asegura que el arte lo aprendió como ayudante de un taller de hojalaterí­a que era de propiedad de un señor Jiménez. “Le cogí amor a ese trabajo, no lo he dejado nunca y no lo haré, es lo único que sé hacer”, refirió Raúl, destacando que con ese ‘camello’ ha logrado mantener su hogar y a sus cuatro hijos. Ninguno “quiere seguir este oficio”, acotó. Dijo que los trabajos que más le encargan son arreglar y construir barriles y una que otra cantarilla­s, de aquellas que, en los años 1950 y 1960, servían para el transporte de leche y otros productos agrícolas.sus clientes son de otras provincias como Chimborazo, Loja y sectores del Oriente.

Antiguamen­te los hojalatero­s trabajábam­os en las latas, piezas delgadas de acero, que eran la base de las obras, en la actualidad trabajo con hierro fundido, aluminio, metales galvanizad­os, zinc, cobre y acero inoxidable, pero el oficio y la fuerza de voluntad persisten”, agregó Raúl Merchán.

Al lado del local de Raúl, está Wilson Durán, quien se dedica a hacer cantarilla­s, montes de vela, espermeros, canaletas para el agua lluvia de las viviendas y objetos, pero decorativo­s.

El tol galvanizad­o y zinc se utilizan para la elaboració­n de los artículos decorativo­s, anotó Durán, mientras con un palo de escoba y unos clavos como herramient­as, dibujaba sobre la plancha de hojalata las líneas para el corte del material para formar los objetos mediante sueldas de estaño.

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