Clínicas clandestinas, con la venia de la comunidad
La zona del siniestro es considerada un sector de centros de rehabilitación irregulares ❚ Con un plantón, familiares de internos rechazan las clausuras
EYEL DETALLE Investigación. El propietario de la clínica y una persona, que se presume trabajaba en el lugar, están detenidos para investigaciones por el incendio. ALINTON CHARCOPA, SOBREVIVIENTE
n las seis cuadras siguientes del centro de rehabilitación, donde sucedió el incendio que cobró la vida de 18 internos, hay dos clínicas de rehabilitación irregulares más. “Esto es zona de clínicas clandestinas”, reconoce Édison Reyes, vecino de una de ellas.
Aunque según cálculos de Jenny Díaz, presidenta de la asociación de los centros de rehabilitación del Guayas, existe un centenar de clínicas de rehabilitación, después de la tragedia solo tres han sido clausuradas, incluyendo el sitio del siniestro.
Sin embargo, su cese de funciones divide a la comunidad. Para Reyes, por ejemplo, es necesario que estos centros sean manejados por el Estado. “El Gobierno debe poner clínicas de rehabilitación con espacios para distraer la mente en este sector porque hay bastante drogadicto”.
Para Mariana Alcívar, tía de uno de los fallecidos, estos centros clandestinos “no son clínicas, sino guaridas de ratones sin una ventana para recibir aire. Son injusticias con personas que buscaban mejorar su vida”, opina.
Con ella discrepa Ángel León, padre de un interno que huyó tras la clausura de uno de estos centros. “El gobernador quiso venir a pintar que era el bacán. Lo que hizo fue daño. Ahora no sé dónde está mi hijo y otros chicos ya están drogándose otra vez”, comenta tan indignado, que incluso pareciera que va a llorar.
A esta insatisfacción por el cierre de centros se suma Cristian Durango, cuya casa colinda con una clínica clausurada. “Allí incluso acogían muchachos que no tenían quien les pague”. Cuestiona también a las autoridades. “Por qué no vienen a ayudar a las clínicas para que mejoren sus condiciones. Podría ser con dinero, alimentos, medicinas, médicos para valoraciones. Recién se posesionan y ya quieren brillar”.
En los exteriores de la clínica clausurada Aenco, sitio donde detuvieron a cinco personas y ubicada en la 28 y la K, familiares de internos y jóvenes rehabilitados realizaron un plantón en contra del cierre.
Con carteles y alzando su voz en señal de protesta, estaba Mariana Zambrano, madre de un exadicto rehabilitado en ese centro. “Estamos aquí por los detenidos que nos tendieron la mano cuando el Gobierno nos cerró las puertas. A ellos, los mal llamados directores de la clínicas clandestinas, son los que nos recibían cuando no teníamos cómo pagar”.
Por su parte, en el sello de clausura sobre la ventana de la clínica incendiada no se señala falta de permisos como causa del cierre, sino que se lo adjudica al art. 97 del Código de Salud en el que se indica que “la autoridad sanitaria nacional dictará las normas para el manejo de los desechos y residuos que afecten la salud humana”.