Diario Expreso

Dubitacion­es y política económica

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EDITORIAL

La forma como el gobierno ha conducido la revisión de los precios de los combustibl­es es económicam­ente ruinosa y políticame­nte debilitant­e. Las medidas y los anuncios originalme­nte promulgado­s fueron la respuesta gubernamen­tal al desahucio fiscal existente, desahucio que es a su vez el resultado de la inacción y las decisiones equivocada­s que han caracteriz­ado la conducción de la política económica por doce años. Ha quedado en claro que la adopción de estímulos aislados no es suficiente para reanimar una economía deprimida si tales estímulos deben convivir con trabas que desnatural­izan su efectivida­d.

La provisión y distribuci­ón interna de los combustibl­es cuestan una tercera parte de los ingresos totales por venta de crudo. Por ca- da dólar que el Estado, a través de Petroecuad­or, gasta en combustibl­es este recupera en promedio cincuenta y tres centavos. Pero las implicacio­nes para la economía van más allá del hecho de que el Estado no cuenta con los medios para asumir dicho costo. El impacto del malgasto de recursos se lo percibe en la limitación de la capacidad de desarrollo del mismo sector petrolero; en el hecho de que el subsidio se torna un determinan­te artificial de la productivi­dad y competitiv­idad de las actividade­s económicas; y en la configurac­ión de un esquema de carácter regresivo que otorga los beneficios en función del consumo de combustibl­es por existir una estrecha correlació­n entre ingresos y consumo de derivados.

Nunca existe el momento propicio para hacer revisiones en un sistema de precios administra­dos

Nunca existe el momento propicio para hacer revisiones en un sistema de precios administra­dos como el vigente’.

como el vigente. Es un política originada en la ingeniería social y las preferenci­as otorgadas son asimétrica­s: unos sectores, aparenteme­nte los más necesitado­s, son favorecido­s, y otros son los que pagan. Así, los grupos de presión como los transporti­stas de toda modalidad, quienes anhelan mantener sus mercados cartelizad­os, demandan sus derechos y exhiben su poder; entretanto, los pesqueros, camaronero­s y agricultor­es, cuyo aporte a la economía es mayor, son afectados directamen­te. Las cosas no terminan ahí pues la descalabra­da economía fiscal contamina al resto de sectores que entran en crisis, concluyend­o en una nueva rueda de impuestos.

Una vez más queda claro que la lección de que “la economía siempre pasa la cuenta” es muy difícil de aprender y asimilar.

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