Diario Expreso

El semanario de las sopas, una costumbre que se pierde

Las familias preparaban un menú de estas cada día ❚ El lunes programaba­n hacer sopa de arroz de cebada, ahora las recetas salen de la Internet

- ANDRÉS ALTAMIRANO altamirano­a@granasa.com.ec ■ QUITO

En su mente, Guadalupe Molina saborea el recuerdo de las sopitas que hacía su mamá. Esos platillos tan elaborados para los cuales dejaba en remojo los granos o pasaba horas con la piedra de moler.

En casa, cada lunes no podía faltar un buen plato de arroz de cebada. “Además de ser comida muy sana, es deliciosa. Es una tradición, se la prepara ese día porque hay la creencia de que así no faltará alimento el resto de la semana”, destacó la caserita del mercado Santa Clara, en el norte de Quito.

En su puesto, un centenar de paquetitos de colores se apilan en perfecto orden. Ella, orgullosa, muestra a sus clientes los garbanzos, lentejas, morocho y frijoles para las recetas tradiciona­les. “Estos eran productos básicos para la dieta de antes. Hoy todo es instantáne­o”, lamentó la señora, quien lleva dos décadas detrás de ese mostrador.

Cuando era solo una niña ayudaba a su madre a preparar el almuerzo, mientras que la progenitor­a cumplía duras jornadas como comerciant­e en ese mismo centro de abastos. “Se cocinaba en carbón o en leña. Usaba la vela, regaba la cera sobre la leña para que se prenda rápido. Lo hacía en olla de barro, con eso el sabor era diferente”, añadió.

El semanario de la comida de antaño era muy tradiciona­l. Empezaba el lunes con la cebada. Para el martes se preparaba un sancocho o una timbuscha (guiso con carne y col). El miércoles, el menú era más sencillo, pero para Molina, el mejor. “Una buena sopita de fideo. Pero no como las de ahora. Bien hechita”, describió.

El jueves, la familia se reunía alrededor de la mesa para disfrutar de alguna colada, ya sea de tomate o de choclo. Lupita comentó que el secreto está en moler la harina de trigo y tostarla con mantequill­a. “Antes, las recetas pasaban de generación en generación. Hoy todo buscan en Internet”, señaló.

Durante varios años, ella vivió en España y, aunque aprendió a elaborar los platillos de esas tierras, siempre le hizo falta los preparados ecuatorian­os. Por eso enseñó a su hijo a cocinar desde que era una criatura.

Muy temprano salía al campo y para su regreso el niño, en ese entonces de siete años, le tenía lista la cena. Con todas sus enseñanzas, hoy Guadalupe es la orgullosa madre de un chef.

Para la mujer, sin duda, hay recetas que se han perdido, por ejemplo, la colada de habas. Sin embargo, cada que tiene tiempo hace una gran olla para compartirl­a con su padre. “Le encanta, en especial con tostado”, acotó.

La preparació­n de este último manjar, – ya sea en su versión de dulce o de sal– lleva muchas horas. Primero se debe limpiar y moler el grano y, al ponerlo al fuego, “no se debe descuidar porque después se asienta”, concluye.

EL DETALLE Secretos. Si no tiene olla de presión puede dejar los granos en remojo con agua caliente y bicarbonat­o por dos días.

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