Diario Expreso

Los cuencanos rinden honores al Niño Migrante

El acto es una tradición y se realiza desde hace más de medio siglo

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La figura del niño mide unos treinta y dos centímetro­s y viste una capa color oro. Los cuencanos la han bautizado como ´Divino Niño Migrante´, la que forma parte de la cultura religiosa morlaca desde hace 55 años. La imagen es venerada en la iglesia de la Virgen del Carmen, de la parroquia rural de Sinincay.

Los feligreses son en su mayoría parientes y familiares de aquellos cuencanos que emigraron a otros países en busca de mejores ingresos económicos para mantener sus hogares.

Según Rosa María Pulla Célleri, principal prioste; la imagen identifica a los emigrantes que han puesto y ponen en riesgo sus vidas en procura de llegar al exterior. “Por ellos se ora para que los proteja y los mantenga con salud; se hace una fiesta”, adujo Rosa María.

La fiesta en honor al ‘Divino Niño Migrante’ se cumple cada mes de enero, hace unos once años, con una procesión por las calles céntricas de Cuenca, luego de una misa de Acción de Gracias celebrada en la iglesia de San Blas.

Son centenas de devotos los que con cánticos, bailes tradiciona­les y el acompañami­ento de bandas musicales de pueblo caminan junto a la imagen que es llevada en brazos por su principal prioste a través del Centro Histórico hasta el centro de la urbe, donde se realiza un agasajo a los niños.

Durante el recorrido, un grupo de nativas de la ruralidad y vistiendo sus trajes típicos; polleras de colores, representa­n el baile de Tucumán. Son diez danzantes que se mueven al compás de la música nativa alrededor de un mástil. Ellas, con movimiento­s rítmicos, van tejiendo un hilado sobre el mástil, como principal baile de la fiesta. Otros grupos formados por jóvenes y adultos, vestidos de cholas, cayambes, otavaleños y cañaris, forman parte de los danzantes que, al ritmo de la música entonada con instrument­os ancestrale­s, demuestran la alegría de la fiesta.

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