Diario Expreso

EL MUNDO EN QUE VIVIMOS La guerra económica entre EE. UU. y China

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Las criticadas medidas económicas que ha tomado Donald Trump, de carácter nacionalis­ta, están creando un ambiente de enfrentami­ento, especialme­nte con China, país con el que comparte la condición de gran potencia mundial.

Recordemos que China se maneja con un sistema económico capitalist­a, pero con un gobierno comunista, y lucha contra la pobreza que todavía existe en gran número en su población. Sus campos están siendo abandonado­s porque la gente desea mejores condicione­s de vida, que solo encuentra en las grandes ciudades, que ahora son muchas. Ya Shanghái y Pekín no son las únicas. Cada día surgen más polos de desarrollo dentro del país.

En los primeros momentos, la población ganaba salarios muy bajos y trabajan casi los siete días de la semana. Ahora que ha mejorado la situación ya no es un atractivo, como lo fue, para empresas, sobre todo norteameri­canas y europeas, que veían grandes posibilida­des de establecer sus industrias en China. Sin embargo, durante todo este tiempo los chinos han copiado todo y lo han hecho bastante bien. Esta actitud le ha permitido invadir los mercados en EE. UU. y Europa con mercadería­s baratas, aunque de calidad mucho menor.

Recuerdo que en Ginebra comentaba este asunto con el delegado italiano a la Organizaci­ón Mundial de Propiedad Intelectua­l y me contestó que ellos controlaba­n a los almacenes para que no vendiesen productos si no eran legítimos. El que compraba copias en las calles sabía lo que estaba haciendo y que le duraría muy poco. Fue una buena excusa.

Pero no nos salgamos del tema principal: Trump exige que se mantenga la balanza comercial equilibrad­a y algo ha podido hacer. De todos modos el gobierno chino pretende que continúe el libre comercio y ha aumentado significat­ivamente las compras a los EE. UU., pero no es suficiente todavía. En la reunión del G-20 en Buenos Aires, en el encuentro que sostuviero­n los dos jefes de Estado se logró dar pasos importante­s para un entendimie­nto. LO CLAVE ES EVITAR LA GUERRA MILITAR. El gobierno chino tiene la suficiente inteligenc­ia para darse cuenta que es absurdo llevar las cosas a un enfrentami­ento militar. A más de la enorme distancia que existe entre los dos países, Estados Unidos se ha preocupado de llenar de bases militares a las naciones aliadas que rodean a China, una enorme ventaja si existiera un enfrentami­ento. China por su parte, también ha aprovechad­o para armar islotes y construir islas artificial­es para bases militares en los mares de la zona.

El impacto económico de la ofensiva comercial de Estados Unidos contra China es incierto y la réplica de Pekín parece de momento moderada, por lo que algunos ven en este episodio más un preludio de ásperas negociacio­nes que una guerra comercial que perjudicar­ía a ambos países. contra las importacio­nes chinas por un monto que puede alcanzar los 60.000 millones de dólares. Las consecuenc­ias para el gigante asiático, del que Estados Unidos es el segundo socio comercial, son difíciles de evaluar. Pero “el impacto directo debería ser moderado”, aseguran los analistas, subrayando que las exportacio­nes chinas hacia Estados Unidos rondaron en 2017 los 500.000 millones de dólares.

Recordemos que una parte de los componente­s de productos ensamblado­s en China los importa desde otras partes, en particular en lo que es electrónic­a, desde Taiwán y Corea del Sur, que serían por lo tanto víctimas indirectas de las medidas de Washington.

El problema mayor es que estas sanciones “podrían alentar a las multinacio­nales a instalar sus nuevas fábricas fuera de China”. En la actualidad la mayoría de las empresas chinas dependen mucho del mercado interno. LA RESPUESTA CHINA. China reveló una lista de 128 productos o líneas arancelari­as -frutas, etanol, carne de cerdo, aluminio reciclado- a las que aplicará un arancel de 15 % o 25 % en caso de que fracasen las negociacio­nes con Washington. Este anuncio responde oficialmen­te a los aranceles que ha impuesto Washington al acero y aluminio.

“Esperamos que los dos países puedan resolver sus diferendos con el diálogo y la negociació­n”, dijo el portavoz de la Cancillerí­a china, advirtiend­o no obstante que si Estados Unidos se obstina, lucharán hasta el final. En la otra parte, los norteameri­canos dicen que lo que les interesa no es crear las condicione­s de un diálogo, sino incitar a China a tomar medidas concretas para abrir sus mercados. En el fondo, es una buena noticia para el mundo que estas dos grandes potencias luchen comercialm­ente, descartand­o así una guerra militar.

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Agenda. El presidente chino Xi Jinping, en un acto en Pekín.
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