Nuevas generaciones victoriosas
EDITORIAL
Mientras el equipo de Carondelet “no da pie con bola” en la conducción del Gobierno nacional y acaba de proponer una reestructuración orientada a lograrlo, un gran colectivo de jóvenes menores de 20 años, bajo la preparación de un buen entrenador, consigue, por primera vez en la historia deportiva del Ecuador, un campeonato sudamericano de fútbol, al tiempo que clasifica para el mundial de esa categoría en Polonia y obtiene un cupo a los Panamericanos de Lima. Igualmente, una de sus estrellas más notables rompe el récord ecuatoriano de los goleadores Sub-20 y se convierte en el máximo goleador del torneo con seis goles.
Ver jugar a la selección le ha generado a los aficionados, y al pueblo ecuatoriano en general, un enorme placer por la calidad de sus actuaciones, la grata estética de su desenvolvimiento táctico y el llamativo dominio del balón, añadido a la hermosa sensación que se obtiene cuando se los ve lograr sucesivas victorias y luego obtener el campeonato venciendo a rivales históricos con muchos pergaminos.
Lo actuado no es un tema menor. Por ello, más allá del entusiasmo transitorio de la ansiada victoria, todos los medios de comunicación resaltan el hecho en su primera página, con gran y merecido despliegue.
Valdrá la pena aprovechar esta feliz circunstancia para alentar a los jóvenes en la práctica de actividades deportivas tan populares como el fútbol pero también en otras igualmente beneficiosas de múltiples maneras.
En efecto, lograr que los menores
Vale la pena compartir el entusiasmo generado por la gran victoria deportiva de los jóvenes de la Sub20’.
de veinte años dediquen toda la fuerza y el impulso de su condición juvenil a la amplia gama de actividades deportivas que se les puede ofrecer, es librarlos del riesgo de que caigan en las diversas adicciones que afligen a otros miembros de su generación y también en otro género de acciones delincuenciales.
Por todo ello, es importante crear, a partir de las victorias deportivas, un sano afán por la superación centrada en la disciplina y el esfuerzo, una capacidad de competir con lealtad y pundonor que aumente la autoestima, una condición anímica, en fin, que genere un nuevo tipo de ecuatoriano que, en los diversos campos de las actividades cotidianas asumidas con responsabilidad, actúe sin complejos en el logro de pequeñas y grandes victorias cotidianas.