Diario Expreso

“Nunca hay que callarse”, aconseja Lorena Bobbitt

La ecuatorian­a que mutiló a su marido en 1993 cree que por fin la historia la ha reivindica­do ❚ Sus vivencias llegan a Amazon

- YOLANDA MONGE ■ EL PAÍS / ESPECIAL PARA EXPRESO LORENA BOBBITT directiva de Lorena´s Red Wagon

Nadie pensó en la dignidad de Lorena Bobbitt. Cuando sucedió lo que sucedió, las pesquisas policiales, las carreras, las llamadas en la noche para localizar al mejor cirujano se centraron en salvar “la dignidad de un hombre”, John Wayne Bobbitt, que estaba experiment­ando en carne propia el “mayor temor de cualquier hombre”: que su miembro viril fuera cercenado. Los entrecomil­lados pertenecen a los agentes de policía que en la noche del 23 de junio de 1993 salieron a buscar el pene “perdido en acción” (nueva cita policial) que Lorena Bobbitt cortó en un estado de “perturbaci­ón mental temporal” tras años de soportar violacione­s dentro del matrimonio. Tras la castración, arrojó el miembro por la ventanilla del coche en el que huía de su casa de Virginia.

LA FRASE Yo soy una supervivie­nte y lucho porque nadie se quede sin voz en estas tragedias.

Aquello sucedió hace 25 años y hoy, Lorena Gallo, ecuatorian­a de nacimiento, de 48 años, cree que por fin, en los tiempos del #Metoo la historia la ha rehabilita­do. La sociedad y los medios de comunicaci­ón hicieron en los 90 tantos chistes, “fueron tan crueles”, que Lorena siente cierta reticencia al ser entrevista­da. Del pasado no quiere conversar.

Ahora Amazon estrena un documental, Lorena, sobre lo ocurrido. “Ahí está todo”, explica ella por teléfono. Cuando se le pregunta por qué cuenta su historia ahora, y responde que antes “nadie me ofreció nunca un proyecto de la altura, calidad y respeto como el que ha creado Jordan Peele para Amazon. Siempre me proponían la historia incorrecta, la sensaciona­lista, la que hablaba solo de órganos arrancados”.

Confiesa que ha sufrido alguna mala experienci­a en los últimos días de promoción y que no toda la prensa la ha tratado bien: el morbo vende y la palabra pene junto al adjetivo cortado dispara la audiencia.

“En Lorena se habla de la estigmatiz­ación, de la violencia encubierta dentro del matrimonio, de los abusos que sufrí y que la sociedad vivió como una broma”, explica. El mayor exponente de aquello quizá lo refleja el laureado Gay Talese, quien cubrió el juicio para la respetada revista The New Yorker y ante las cámaras cuestionó si no era un oxímoron hablar de violación dentro del matrimonio.

Ya no es la mujer de melena negra que enamoró a un marine rubio de ojos azules. Ahora tiene una misión: “Acabar con el estigma de la violencia, que las mujeres además de ser violadas no sean culpadas por ello o no escuchadas, quiero que sepan que no están solas, que tienen voz, que nunca hay que callarse”.

En una de las escenas finales del documental se la ve sentada frente a una mesa cubierta de cartas. Son de John, que la siguió acechando. Hay algunas todavía sin abrir. En unas le dice que siempre será el amor de su vida y en otras le plantea ideas tan desquiciad­as como tener un hijo para contarlo en exclusiva a un medio y que les paguen una fortuna. En una del montón, se confiesa: “¿Recuerdas cuando me dijiste una vez que no sabía tratar a las mujeres? Bueno, tenías razón”.

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FOTO / VÍA EL PAÍS Medios. Lorena Bobbitt habla sobre el documental en el programa de entrevista­s The View, la semana pasada.

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