Modelo vietnamita para Corea del Norte
En Hanói, Vietnam, Kim Jong-un, el líder norcoreano, se reunió en su segunda cumbre con el presidente estadounidense Donald Trump. Busca un acuerdo sobre el tema nuclear y apunta a un objetivo de más largo plazo: sacar a su país del aislamiento diplomático, mitigar la presión de años de sanciones económicas internacionales y reformar el “reino ermitaño” sumido en la pobreza para afianzarse en el poder en las décadas futuras. Kim tal vez advierta que el propio historial de Vietnam en las últimas tres décadas es el modelo más útil de imitar. Por ello la importancia de su visita bilateral a Vietnam. Existen muchos parecidos entre la Corea del Norte actual y Vietnam antes de que se abriera al mundo y adoptara las reformas de mercado conocidas como Doi Moi (renovación) a fines de los 80. Tras 30 años de reformas, la economía vietnamita se ha multiplicado por 30 y el país salió de la clasificación de bajos ingresos en 2010. Hoy es una de las economías más abiertas del mundo, con un comercio total de más del doble de su PIB. Y aunque no está gobernada por un caudillo como Kim, el Partido Comunista de Vietnam (PCV) tiene un monopolio del poder similar. Las reformas económicas de las últimas tres décadas han fortalecido al régimen del PCV, no en menor medida al aumentar su legitimidad local e internacional. Esto es de interés para Kim, a quien le preocupa intensamente su seguridad personal y la de su régimen. En relaciones exteriores, Vietnam también solía ser un acérrimo enemigo de EE. UU. Recién en 1994 los estadounidenses levantaron su embargo económico sobre el país, allanando el camino para la normalización de relaciones al año siguiente. Desde entonces, los lazos bilaterales se han fortalecido gradualmente hasta alcanzar el nivel de cuasialianza actual. EE. UU. es hoy el mayor mercado de exportaciones de Vietnam y ocupa el puesto 11 como inversor extranjero, mientras Vietnam es un mercado cada vez más importante para las compañías estadounidenses y un socio clave en la estrategia de seguridad estadounidense regional. Corea del Norte debe resolver su problema nuclear antes de esperar ningún reconocimiento significativo de los estadounidenses. Tal vez Kim quiera cosechar otra lección política de las conversaciones de Vietnam con EE. UU. La declaración bilateral de EE.UU. y Vietnam de 2013 incluyó un compromiso de ambas partes de respetar sus respectivos sistemas políticos. Puede que Corea del Norte intente llegar a un compromiso similar con EE. UU., con el argumento de que socavar el régimen de Kim no está entre los intereses estadounidenses. En la actualidad, y en las décadas venideras, la abrumadora prioridad de esta potencia en Asia Oriental será contener el ascenso de China. Y, al igual que Vietnam se ha vuelto cada vez más independiente de China desde las reformas Doi Moi, para los intereses estratégicos de EE. UU. sería mejor una Corea del Norte menos aislada y más dinámica en lo económico que una nación pobre y dependiente de China. No sabemos si Kim considerará seriamente algún día abandonar sus armas nucleares, o lo sincero que sea Trump, pero, como lo demuestra la evidente mejora en las relaciones entre EE.UU. y Vietnam en las últimas tres décadas, las enemistades no tienen por qué ser permanentes.
Si Kim es genuino en su intención de mejorar los lazos con Estados Unidos y emprender reformas económicas, entonces Vietnam ofrece un modelo más adecuado que China’.