Madurez electoral
EDITORIAL
Gracias a la labor de los medios de comunicación se han puesto de manifiesto las necesidades básicas de una sociedad cansada de falsas promesas. Pero mucho más revelador es corroborar que los candidatos a las distintas dignidades seccionales todavía no atinan a dar soluciones posibles a sus problemas.
Ocurre con la seguridad, la planificación vial, la proyección urbanística, la administración de los recursos, entre otros temas, que merecen respuestas técnicas y viables para asegurar el desarrollo desde los municipios y prefecturas.
Los postulantes han hecho propuestas variopintas, muchas de ellas suigéneris, sobre lo que piensan que necesita la comunidad. Plantean construir hospitales, centros de rehabilitación, vigi- lancia tecnológica desde el aire, parques ecológicos, fuentes de trabajo con base en el emprendimiento, lucha contra la violencia de género, en fin, aspectos puntuales que convocan a determinados segmentos de la población, sin tomar en cuenta su factibilidad ni los presupuestos asignados para la realización de proyectos que no son de su competencia.
La sensación general es que estamos frente a una campaña insustancial, ya que se han privilegiado cuestiones superficiales para intentar captar los votos de los indecisos, cuyo número crece conforme a los plazos definidos para las elecciones.
Es que hay un bajo nivel de propuesta para un electorado que carece de información para decidir. No existen debates ni cuestionamientos enfocados en la elaboración de un plan de gobierno
La sensación general es que estamos frente a una campaña insustancial, ya que se han privilegiado cuestiones superficiales para intentar captar los votos de los indecisos’.
coherente que se preocupe por el ciudadano y su acceso a servicios de calidad.
Pero esto no es una responsabilidad exclusiva de quien aspira a una dignidad, sino también del electorado, que tampoco exige seriedad para que no le vean la cara. ¿Cuál es el camino? Simple, prometer solo lo que se puede cumplir. De lo contrario, tendremos postulantes expertos en demagogia o artistas que representarán un papel coyuntural, pero desconectados de la realidad y que prometen entelequias para defender sus intereses personales.
Estamos a tiempo de corregir los procesos para después no arrepentirnos. Solo una sociedad madura y consciente podrá garantizar el desarrollo de ciudades más modernas y justas con los seres humanos. Lo opuesto será vivir con más de lo mismo.