El problema chino de la India en Pakistán
Solo cabe esperar que las últimas tensiones entre India y Pakistán, tras un ataque terrorista el mes pasado que mató a más de 40 paramilitares indios y lesionó a varios más en el distrito de Pulwama (estado de Jammu y Cachemira), se solucionen pacíficamente. Pero el conflicto ha puesto de relieve un interesante tercer actor: China. El último ataque en Jammu y Cachemira, frontera con Pakistán, ha renovado las preguntas sobre la continua protección de China al grupo terrorista Jaish-e-mohammed (JEM), con base en Pakistán. India tiene un historial humillante con el fundador y jefe de JEM, Maulana Masood Azhar, liberado de una prisión india en 1999, junto a otros dos terroristas, a cambio de los pasajeros de un vuelo de Indian Airlines secuestrado por terroristas pakistaníes en ruta a Kandahar en Afganistán, estaba gobernada por los talibanes. Tras ello, JEM lanzó varios ataques terroristas sobre India. Azhar y JEM operan abiertamente desde Bahawalpur, con instalaciones de entrenamiento y campos armados en varios lugares. El gobierno indio ha intentado sancionar a Azhar en virtud de la Resolución 1267 del Consejo de Seguridad de NN. UU. Pero, aunque 14 de los 15 miembros del Consejo apoyan estas medidas, China, firme aliado de Pakistán, las ha bloqueado tres veces. Pakistán es un elemento central de la Iniciativa Belt and Road (BRI) de China, de la cual una pieza central es el Corredor Económico entre China y Pakistán (CPEC), que conectará el oeste de China con el puerto de Guadar en la costa de Baluchistán. Cuando se complete el proyecto, reducirá en más de la mitad los costes de su comercio con el Golfo Pérsico. Es un proyecto emblemático y económicamente crucial para China que parece garantizar la indispensabilidad de Pakistán en sus cálculos geopolíticos por largo tiempo. El primer ministro indio, Narendra Modi, enfrenta considerable presión interna para actuar con decisión contra JEM. El derribo de un avión militar indio, su captura y liberación del piloto pueden haber ayudado a bajar la intensidad de la crisis. Pero, aunque estuvieron al borde de la guerra, India sabe que sus principales opciones son diplomáticas. Su deseo de “aislar” a Pakistán internacionalmente por su apoyo al terrorismo ha chocado con el apoyo al gobierno en Islamabad. Otros países también tienen razones bilaterales para no aislarlo. EE. UU. por Afganistán y como vía para negociar un acuerdo con los talibanes afganos. China ha seguido bloqueando el ingreso de India al Grupo de Proveedores Nucleares. Modi tampoco ha podido impedir que China haga pasar el CPEC por la parte de Cachemira bajo control pakistaní (que India considera violación de su soberanía) o que deje de reclamar soberanía en el estado indio de Arunachal Pradesh. El año pasado, el Comité Permanente del Parlamento Indio sobre Asuntos Exteriores (que presido) publicó un informe sobre las relaciones sino-indias que criticó al gobierno de Modi de ser “cauteloso en extremo” y planteaba que India no puede continuar su “política exterior deferente hacia China”. Tras el ataque de Pulwama, EE. UU. exigió que Pakistán “ponga fin de inmediato al apoyo y refugio de todo tipo de grupos terroristas”. Reino Unido y Francia han colaborado para proponer en el Consejo de Seguridad que se condene el ataque suicida y el terrorismo de JEM. Han reiniciado la puesta en lista negra de Azhar. Hay pocas dudas del voto de 14 países. ¿Seguirá China siendo el mayor habilitador del terrorismo del mundo?
El último ataque en Jammu y Cachemira, que hace de frontera con Pakistán, ha renovado las preguntas acerca de la continua protección de China al grupo terrorista JEM...’.