“EUROPA CAMBIÓ MI MENTALIDAD”
villavicenciow@granasa.com.ec oel Valencia ha formado su carrera en el fútbol del exterior. A los 16 años tuvo sus primeros pasos en España, para después tener una experiencia en Eslovenia y consolidarse en Polonia.
La lejanía del país ha hecho que el volante quede impactado cada vez que visita a su natal Cabuyal, en Esmeraldas.
“Viví en Cabuyal hasta los 7 años. La infancia me pareció perfecta, pero cuando volví, 9 años más tarde, vi que mi imaginación me había engañado. Recordaba mi casa como enorme, jugando con mis primos en un río como de cuento de hadas. Volví de adolescente y la realidad era otra”, confesó el futbolista tricolor, figura del Piast Gliwice polaco, al diario el Przeglad Sportowy.
Valencia analizó la situación del país al indicar que “en Ecuador las ciudades como Guayaquil o Quito tienen un nivel de vida más alto, pero la pobreza azota los pueblos. En ellos hay algo parecido a casas, pero simplemente no puedes vivir en ellas, y hay familias numerosas que apenas pueden alimentarse. Ves eso y piensas cómo ayudar”.
JQUITO
Me advirtieron sobre el racismo en Polonia, pero no lo veo en absoluto. En Gliwice estoy en el mejor momento de mi carrera”. JOEL VALENCIA, volante del Piast Gliwice Joel Valencia, volante del Piast Gliwice polaco, indicó que en Ecuador se gasta en fiesta y no en educación. Contó que ayuda a su natal Cabuyal, comunidad de Esmeraldas
Enfatizó que la educación es una de las principales carencias en su pueblo. “En Ecuador siempre hay dinero para alcohol y fiesta, pero si el niño va a la escuela no hay para los útiles. Siempre hay una justificación. ‘El Gobierno no nos apoya’. Siempre excusas. Europa cambió mi mentalidad. También cometo errores, pero trato de ver la vida de forma lógica”, relató.
Sobre el anhelo que el fútbol cambie la vida de las familias, comentó que “en mi país los padres de los futbolistas sueñan con que sus hijos crezcan, ganen mucho, construyan una casa y alimenten a la familia. Esperan demasiado de algo que es muy difícil y se decepcionan. Sabemos cómo funciona la pelota. Un día estás en la cima y otro en lo más bajo”.
También resaltó que en Gliwice encontró la felicidad y que se sorprendió al darse cuenta que “no estoy solo en Polonia. Antes del partido contra el Cracovia me di cuenta de que la cocinera del hotel era ecuatoriana. Intercambiamos números y ahora nos citamos para servirnos la comida típica de nuestro país. No estoy solo en el fin del mundo”.