La movilidad quiteña: viaje al centro del caos
LA CIUDAD DEL METRO
regularización de los últimos cinco mil taxis generó, según la Fiscalía, un movimiento de 88 millones de dólares en las cuentas bancarias de dirigentes gremiales, funcionarios municipales y hasta concejales, dos de los cuales (Sergio Garnica y Eddy Sánchez) terminaron esta historia con un grillete electrónico en el tobillo.
Y en la base de toda esta pirámide de despropósitos, el peatón desprovisto de derechos. En una ciudad cada vez más diseñada para vehículos, los ciudadanos de a pie no solo son víctimas de la falta de infraestructuras adecuadas, sino de la aplicación de políticas públicas que juegan en su contra. La Policía de tránsito, por ejemplo, está entrenada para dar prioridad a los automóviles y, según reveló la concejal Daniela Chacón, de la Comisión de Movilidad del Municipio, mide su eficiencia en función de la fluidez del tráfico vehicular, aun a costa de semáforos peatonales y pasos cebra.
Mientras tanto, la movilidad alternativa, cuyo presupuesto se redujo año tras año durante el período de Mauricio Rodas, tiene dificultades 1. La nueva ciudad. El metro propone una solución longitudinal para un Quito que cambió de forma. Los valles quedaron fuera del trayecto. Empezará a funcionar este año. 2. Trancón infernal. El quiteño promedio pierde hasta 173 horas anuales en el denso tráfico de la ciudad. El parque automotor crece un 11% cada año.