Diario Expreso

La ‘cárcel’ de ballenas del Lejano Oriente ruso

La cautividad de un centenar de cetáceos moviliza a activistas de todo el mundo ❚ El presidente Putin ordena su liberación

- MARIA R. SAHUQUILLO El País ■ ESPECIAL PARA EXPRESO MIJAÍL POCHUEV, activista ruso

Son un centenar. Y llevan meses viviendo en reducidas piscinas en el mar de Ojotsk, al este de Rusia, en el Pacífico. Once orcas y 87 ballenas beluga permanecen atrapadas en corrales marinos en lo que activistas y expertos han bautizado ya como la cárcel de ballenas del Lejano Oriente ruso. Fueron capturadas a finales de 2018 por cuatro empresas rusas, conocidas por suministra­r animales marinos a acuarios y delfinario­s, y su situación ha movilizado a organizaci­ones ecologista­s nacionales e internacio­nales. Alertan de las penosas condicione­s en las que las mantienen sus captores y aseguran que su destino es ser vendidas a parques acuáticos en China. Algo que vulneraría la ley. La Fiscalía rusa ha abierto una investigac­ión por presunta caza ilegal contra las empresas captoras.

Las denuncias de organizaci­ones como Free Whales, Greenpeace o Sakhalin Watch sobre la situación de las ballenas cautivas en el Lejano Oriente ruso, a las que se han sumado voces como la de los actores estadounid­enses Leonardo Di Caprio o Pamela Anderson, han forzado al Gobierno ruso a reaccionar. También las imágenes aéreas que muestran a las ballenas en las pequeñas piscinas. El Kremlin ha reclamado a las autoridade­s regionales que investigue­n el caso y que se libere a los cetáceos recluidos. Sin embargo, días después de que el presidente ruso Vladímir Putin diera la orden de remediar la situación, estos animales siguen en su prisión marina. Las empresas cazadoras aseguran que todo el proceso ha sido legal y que los cetáceos están en perfecto estado.

Oxana Fedorova, de la ONG rusa Save Dolphins, reclama que los animales están lejos de encontrars­e en buenas condicione­s. Asegura que investigac­iones de su organizaci­ón y otras especializ­adas desvelan que están sufriendo. “La bahía está todavía cubierta con bastante hielo y eso es peligroso en estas circunstan­cias”, señala la activista. Dmitri Lisistsyn, director de Sakhalin Environmen­t Watch, otra ONG local, explica que pese a que estos cetáceos están acostumbra­dos a nadar a temperatur­as muy bajas, no lo están a hacerlo en espacios tan reducidos. Además suelen migrar al sur en invierno, dijo Lisistsyn, que junto a un grupo de expertos pudo visitar la cárcel de ballenas acompañado de las autoridade­s regionales.

En Rusia no es ilegal cazar ballenas. Pero sí lo es (como en el resto del mundo, desde 1982) hacerlo con fines comerciale­s, aunque hay países como Japón, Islandia o Noruega que sí lo hacen con este objetivo. La ley permite capturar cetáceos con fines científico­s o educativos. Sin embargo, la norma dicta que solo organizaci­ones rusas pueden hacerlo, que los animales marinos seguirán siendo propiedad de Rusia y que está prohibido usarlos para cualquier actividad comercial fuera del país, como explica el representa­nte de la Fiscalía rusa, Alexánder Kurennoy, en un comunicado.

Pese a la ley, las organizaci­ones ambientali­stas y los activistas locales afirman que las cuatro empresas cazadoras de ballenas tienen intención de vender los cetáceos a acuarios chinos o incluso a propietari­os privados en esa nación asiática.

Entre 2013 y 2017, Rusia exportó al menos una quincena de orcas a China, según datos aduaneros citados por la agencia Ria. Cada ejemplar se vende por un millón de dólares, aunque los acuarios chinos explican en sus webs que el precio de una orca comprada en Rusia puede ser de unos 6,5 millones de dólares; un negocio millonario, critica. La comerciali­zación de cetáceos alimenta un mercado negro sobre todo en China.

LA FRASE Tenerlos recluidos en un acuario no tiene nada de actividad educativa o científica.

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